martes, 1 de junio de 2021

TEMPLARIOS

Templarios. “Fratres Militae Templi”.

                                                                                            «Las armas han sido, en todo tiempo, los   instrumentos de la barbarie. Han asegurado el triunfo de la materia, y de la más pesada, sobre el espíritu. Remueven, en el fondo de los corazones, el lodo de los peores instintos».

 

"Cuando en la concentración puedes, sin moverte, mirar hacia atrás, darte vueltas al mismo tiempo que permaneces inmóvil, con tu rostro fijo hacia adelante, entonces has logrado salirte de ti mismo, estás fuera, eres bicéfalo, has llegado a comprender y a participar de la Ley Binaria de los templarios."

 

"el color de la sangre no se olvida, es tan rojo, tan intensamente rojo...".

 

«Non nobis, Domine, non nobis, sed Nomine tuo da gloriam» (Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino para dar gloria a tu nombre).

 

« Por la virtud de esta piedra (el Grial) el Fénix se consume y se convierte en cenizas; pero gracias también a esta piedra, el Fénix cumple su muda (de piel, de plumaje) par a resurgir más bello que nunca »

 

«Tómate por tanto un compañero y dedicaos a meditar sobre él [el Yetsirá] y llegaréis a comprenderlo.» Yehuda ben Barzilay

 

Un poco más cerca de Dios, un poco más adentro en la Tierra

 

Durante todo el periodo de la Edad Media que abarca muchos siglos los Misterios no dieron muchas señales exteriores de actividad, pero brotaron nuevamente con vitalidad después las Cruzadas, que ha influenciado en el desarrollo de la Luz y del Bienestar Social. 

 

Los Sarracenos después de haber pasado las primeras brutalidades de la conquista, suavizaron sus maneras y se entregaron al estudio, y gobernaron los países subyugados con menos severidad. Los Misterios eran tolerados por ellos. Permitieron a los Patriarcas esconder el depósito de nuestras doctrinas en las márgenes del Nilo y en las grutas de la Palestina. 

 

La introducción de nuestros Misterios en Europa es debida a los Cruzados, y a las Órdenes de Caballeros que entonces se formaron casi por todas las partes. Fue por estos valientes guerreros que retornaron de la Tierra Santa que los estandartes de la Fraternidad fueron traídos.

 

Los Soldados de Cristo, La Orden de los Pobres Soldados de Cristo y del Templo de Salomón, los Fratres Militae Templi,   o Caballeros Templarios, fueron una Orden depositaria de la Sabiduría Antigua que respetaba todas las creencias.

 

Parece muy probable que los fundadores de la orden de los templarios[1], espíritus muy distinguidos, tenían conocimiento del hermetismo cristiano, de la arquitectura y de las tradiciones de grupos iniciáticos de Compañeros.

 

El Temple representaba la independencia, el desinterés, la aventura heroica y la primacía de la fe. Tenía la Misión de establecer una Fraternidad Universal, y mantenía contactos por todas partes con el fin de unir a los cristianos, a los musulmanes, a los judíos, etc. 

 

La orden de los Caballeros Templarios fue una Orden que vislumbró una finalidad grandiosa: la organización de un mundo donde cristianos, judíos y musulmanes, fueran incorporados jerárquicamente para la Prosperidad del mundo entero y la PAZ. Los templarios buscaron las verdades que unían a los pueblos, y rechazaban de los errores que los separaban.

 

Las funciones militares del Temple no eran más que el aspecto exterior y el símbolo de la verdadera guerra santa, cuyo fin era la Paz en todos sus órdenes y sobre todo en lo espiritual.

 

Según el discurso de Ramsay[2], en Palestina, en el tiempo de las cruzadas, varios príncipes, señores y ciudadanos constituyeron una sociedad e hicieron voto de restablecer el Templo de los cristianos en Tierra Santa, conviniendo el uso de diversos signos antiguos y palabras simbólicas, sacadas de lo más profundo de la religión, para distinguirse de los infieles y reconocerse entre los sarracenos.

 

Fueron, según las apariencias, palabras de guerra que los cruzados se decían entre sí para garantizar la sorpresa de los sarracenos que se deslizaban de manera silenciosa entre ellos. Poco tiempo después de su creación, la orden se vinculó estrechamente con los caballeros de san Juan de Jerusalén y desde estas fechas en todos los países hay logias que llevan el nombre de san Juan.

 

La orden de los Caballeros Templarios fue formada después de la Primera Cruzada, en 1118, por un caballero champañés, activo y animoso: Hugo de Payns[3] o Hugo de Paganis[4], quien fundó la Orden del Templo con nueve caballeros cruzados amigos suyos. Hughes de Payns (significa literalmente: Hombre Ario), era un noble francés aliado con el Conde de Champaña, y al parecer estaba casado en segundas nupcias, con una mujer escocesa de descendencia Normanda llamada Catherine St Clair. El primer centro Templario o "Preceptoría" fuera de Tierra Santa fue construido en la propiedad de St Clair en Escocia.

 

En esta nueva organización se observaban los principios de sobriedad, secretismo, pobreza, castidad, amistad hasta la muerte, socorro mutuo y la defensa de la religión. Se dice que por ello los esenios transmitieron sus conocimientos secretos a Hugo de Paganis y sus ocho compañeros fundadores de la orden del Temple.

 

La Historia de los primeros tiempos de la Orden, tras su fundación, está en la más completa oscuridad, siendo muy pocos los documentos que hacen referencia a la misma.

 

Hugo de Payns realizó un viaje a Francia para reclutar nuevos miembros. Durante esa misión, H. de Payns no atrajo muchos caballeros, pero conquistó a San Bernardo, que habría de convertirse en el propagador de los templarios; de Payns asistió y compareció 14 de enero de 1128 ante el Concilio de Troyes impresionante reunión que había sido convocada especialmente para la ocasión, para hacer conocer a la nueva orden.

 

El Concilio de Troyes estaba presidido por el cardenal legado del papa, Mateo de  Albano, , y comprendía a los arzobispos de Reims y Sens, diez obispos, siete abades y dos teólogos, los maestros Foucher y Aubery de Reims, incluido el mismo Bernardo de Clairvaux, gloria del Císter.  Fueron convocados, en calidad de testigos laicos, los condes de Champagne y de Nevers, y actuó de secretario un monje de la plena con- fianza del abad Bernardo, Juan Michaelensis (Jean Michel), que fue el encargado de redactar las reglas de la nueva orden.

 

La proposición de Hugo de Payns fue aceptada por el Concilio de Troyes en 31 de enero de 1128, y los Caballeros Templarios fueron establecidos oficialmente y adquirieron así, el derecho a llevar sus propios hábitos, que en aquel entonces eran blancos, les fue concedida y fijada La Regla, de inspiración benedictina. El apoyo de San Bernardo y del Vaticano, contribuyó a la gloria de los Templarios.

 

La ciudad francesa de Troyes, donde los Templarios fueron formados oficialmente, había sido el anterior hogar de los Francos Sicambros.

 

 

La pequeña comunidad fue formada oficialmente y los caballeros franceses fueron animados y se consagraron a la religión depositando sus votos en manos del Patriarca de Constantinopla, quien recibió sus primeros juramentos. Constantinopla fue siempre hostil, secreta, o abiertamente, a la sede de Roma desde la Época de Focio. Los Templarios se instalaron primero, en Portugal, España, y en el Languedoc.

 

El objetivo declarado y la primera razón de ser de los templarios era la vigilancia de las rutas próximas a los lugares santos, de asegurar y proteger a los cristianos que venían de todas partes en peregrinación a visitar los Santos Lugares contra los bandidos, velando en las cisternas. Misión sencilla para la cual había que inscribirse seriamente, ligándose con un voto solemne, para combatir dentro de la obediencia, la castidad y la pobreza, a los enemigos de Dios. Reyes y Papas apoyaron a la Orden militar de nobles hombres.

 

La peregrinación, en abstracto, era ya por sí sola una marcha -siempre simbólica- por el camino del saber trascendente. Más allá de sus supuestos fines penitenciales y hasta penales quedan en los caminos una serie de indicios que marcan en el tiempo auténticas gradaciones del conocimiento e iniciación, que el peregrino debe superar con su intuición del símbolo o con su personal sabiduría

 

Los monjes guerreros templarios que iban a combatir a Oriente y defendían las rutas de los peregrinos cumplían una misión externa distinta a la de aquellos que permanecían en Europa y no combatían. A éstos les estaba prohibido usar las armas, como a los druidas. Únicamente podían defenderse, pero después de haber sido atacados tres veces.

 

Entre los más importantes patrocinadores y partidarios de los Templarios tempranos estaba además de San Bernardo fundador de la orden Cisterciense, la familia francesa St Clair que se hizo la familia escocesa Sinclair después de que se instalaron en Escocia luego de la invasión normanda de Gran Bretaña por Guillermo el Conquistador en 1066.

 

El mismo Bernardo de Clairvaux, que había sido el inspirador de la regla, escribiría personalmente para la orden de los caballeros de Cristo una Exortatio ad milites Templii en la que se les aconsejaba cristianamente sobre su doble comportamiento, en tanto que soldados y miembros de una comunidad religiosa.

La Regla redactada por San Bernardo bajo el modelo del Císter, era fiel a la teoría agustina de las dos espadas: la temporal y la espiritual, que San Bernardo quería ver empleada por el Vaticano y sus adherentes. San Bernardo nació en Fontaines cerca de Dijon que era un centro para la adoración de la Madonna Negra. San Bernardo era un discípulo de la religión de la diosa.

 

Cuando Hugues de Payns y André de Montbard regresaron a Jerusalén solo dos años después de haber partido, el nivel de su éxito era impresionante: Habían ido a Occidente con nada, y habían vuelto con una Regla papal, dinero, objetos de valor, tierras y no menos de trescientos nobles que seguirían a Hugues de Payns como Gran Maestre de una importante orden.

 

La Regla admitía a prueba, durante el primer año, a los que ingresaban en la Orden, y les exigía un inmediato voto de pobreza, de tal manera que el nuevo hermano tenía que entregar sus riquezas personales a la Orden. Todos los candidatos tenían que ser hijos legítimos, de noble cuna, estar libres de cualquier juramento o atadura, y gozar de buena salud.

 

El ritual templario era más severo que la más severa de las reglas monásticas al uso. Se hacían enterrar sin sarcófago, con el rostro contra el suelo. Carecían totalmente de bienes particulares, y su hábito no tenía el menor detalle que proclamase lujo o comodidad. Incluso -en apariencia- comenzaron sin casa propia, hasta el punto de que el cronista Guillermo de Tiro apuntaba en su Historia de las cosas y las gestas de ultramar «Como carecían de iglesia ni de casa en que vivir, el rey [se refiere a Balduino II] les concedió la pertenencia temporal de un lugar que poseía, junto al Templo del Señor, en el lado del Norte». Los templarios guardaban tres cuaresmas, comulgaban tres veces por semana y otras tres tenían por costumbre y precepto de hacer limosnas.

 

La Regla otorgada a los templarios no era tanto lo que decía, sino lo que no decía. No se hacía ni una sola mención a los peregrinos. O a su protección.

 

Hay demasiados puntos en los que la regla y el comportamiento oficial de los caballeros de Cristo se condicionaron a una simbología arcaica, ya de por sí sospechosa de trascender los estrictos preceptos del gobierno eclesial. Y aún más: sus normas religiosas de conducta contienen detalles que proclaman, sin más, un sincretismo que supera ampliamente la estricta observancia del ritual -también simbólico del cristianismo.

 

Después de que se les hubiera concedido su Regla, la situación de los templarios mejoró espectacularmente. Los nueve caballeros originales habían sido extremadamente reacios a incorporar nuevos miembros, pero de pronto se vieron obligados por la necesidad de fondos, trabajadores extra y quizá incluso amanuenses, a cambiar de actitud. San Bernardo había convencido al papa de la valía de los Templarios y de pronto se convirtieron en la causa de moda con lo que les llovieron las riquezas.

 

Obtuvieron el apoyo de muchos influyentes terratenientes, y las donaciones empezaron a llegar de todos los rincones del mundo cristiano.

 

Paralelamente, el Templo se convirtió en una oficina de cambios.  Se ha dicho que los templarios fueron los primeros banqueros en la historia de Occidente. Inventaron sus Gendarmerías-Bancos, en las rutas estratégicas del comercio y de las peregrinaciones. Los comerciantes y viajeros no necesitaban portar dinero pues los templarios inventaron la letra de cambio Los templarios lo guardaban entregando a cambio una suerte de cheque, o letra, que les era pagado al final del viaje, en la Gendarmería más próxima a su destino.

 

Mediante letra de cambio garantizaban que su corresponsal en la localidad a la que iba el depositante pagase el importe negociado gracias a su implantación internacional, De este modo, se evitaba el peligro de asalto y robo en los caminos de la Edad Media. No se cobraba interés.  Los que partían hacia Tierra Santa, en lugar de incurrir en los riesgos de transportar dinero, hacían en Europa un depósito en una de las casas de la Orden, y cobraban la suma equivalente en Palestina a la presentación de un recibo.

 

Así mismo, los templarios realizaron acopio de todo tipo de bienes; practicaron el préstamo con intereses que superaban el 10% anual y, en definitiva, crearon las bases del Sistema financiero mundial que actualmente domina el mundo. Así la orden del Templo llegó a ser vastamente rica y poderosa.

 

Sus filas fueron engrosadas por caballeros y capellanes de diferentes naciones, hombres poseedores de enseñanzas y de simbolismo bastante rico, así como por monjes constructores Iniciados.

 

Los Templarios tomaron como sus modelos escriturales, en la Biblia, a los guerrero-masones de Zorobabel, que trabajó, sosteniendo la espada en una mano y la paleta en la otra. La Espada y la Paleta fueron las insignias de los caballeros Templarios. La paleta de los Templarios es cuádruple, y las placas triangulares de que se disponen en forma de una cruz, haciendo el pentáculo cabalístico conocido por el nombre de la Cruz del Este.

 

Los Templarios, con sus conocimientos de las artes esotéricas, fueron los que financiaron las grandes catedrales Góticas de Europa entre 1130 y 1250. Abadía de Westminster, York Minster en Inglaterra del norte, Chartres en Francia no lejos de París, y Notre Dame en París misma.

 

Baudoin o Balduino, en su calidad de rey de Jerusalem, le asignó una estancia en las inmediaciones de un convento de canónigos regulares. La Casa que Balduino asignó a los Templarios no estaba situada en la vecindad del Templo de Salomón sino del sitio en el que estos misioneros secretos y armados del Patriarca de Oriente pensaban reconstruirlo.

 

La casa madre de los templarios, en París, concedida por el rey Luis VI por intercesión directa de Bernardo de Clairvaux en 1137, estaba enclavada en la inmediata proximidad de la iglesia dedicada a la veneración de los hermanos gemelos Protasio y Gervasio, herederos ortodoxos de toda una tradición esotérica basada en el signo astrológico de Géminis.

 

En la segunda cruzada, fueron hechas donaciones importantes de tierras y bienes a los templarios.

 

Los tres votos templarios fueron: castidad, pobreza y obediencia. Los templarios dejaban sus apellidos y solo se les conocía por sus nombres. El principio de la obediencia era perinde ad cadáver. Los templarios no tenían permitido pedir clemencia o rescatarse a sí mismos, sino que estaban obligados a luchar hasta la muerte. Las fuentes musulmanas, y las cristianas, dejan muy claro que la Orden era temida y respetada por sus habilidades combativas.

 

En cuanto era admitido, el hermano aceptado pasaba a poseer únicamente su espada y nada más: carecía de identidad aparte de su espada, la cual ponía al servicio de la Orden. Cuando muriese, la tumba donde sería enterrado carecería de inscripción, estando señalada únicamente mediante una piedra rectangular sobre la que se tallaba la forma de su espada.

 

El fin oculto de los templarios era reconstruir el Templo de Salomón según el modelo anticipado por Ezequiel. Luego se convirtieron en preservadores de un saber oculto, que han transmitido de generación en generación, en rituales de iniciación poco conocidos.

 

Se ha escrito mucho sobre la eventual heterodoxia templaria y sobre los fines secretos y ocultistas de la orden. Muchas de las observaciones que se han hecho obedecen, sin un propósito explícito, a la justificación de una determinada actitud de la Iglesia y, sobre todo, del papa Clemente V, que permitió la extinción de los monjes guerreros del templo de Salomón.

 

En 1794, un obispo alemán -o tal vez danés- llamado Friedrich Munter dijo haber descubierto en los fondos de la biblioteca Corsino de los archivos vaticanos un documento redactado a fines del siglo XIII por Roncelin de Fos, Gran Maestre Secreto del Temple (12). Publicado como Libro de estatutos de la orden de los templarios ( Statutenbuch der Ordens der Tempelherren ), este documento es más conocido como el manuscrito de Hamburgo , y reproduce una regla secreta supuestamente seguida por los templarios, paralela a la regla reconocida oficialmente en el concilio de Troyes (1128).

 

Sin embargo, por encima de apreciaciones sectarias, por encima incluso de justificaciones apasionadas o de visiones estrictamente racionalistas, se unen muchos motivos en una amalgama que sólo una explicación simbólica -trascendente y sincrética y, por tanto, heterodoxa- podría aclarar.

 

La fundación del Temple está presidida también por el número 9. La TETH tiene una correspondencia zodiacal que la asocia al signo de Aries, TETH es la novena letra mágica en el orden cabalístico, la representación del noveno sefira, llamado Yesod (fundación), su significado se relaciona con la figura de la serpiente de la sabiduría y el misterio insondable; que se corresponde con la representación del planeta Marte, con el color rojo y con todos los números simples.

 

 No sólo fueron nueve los fundadores de la orden, sino que pasaron nueve años (entre 1118 y 1128) desde la institución hasta su aprobación por el concilio reunido en Troyes.   Si continuamos con las implicaciones significativas de la TETH, encontraremos que se inspira en la resistencia y en la protección, y que predice la ciencia y la cautela a aquellos que se acogen bajo su advocación.

 

El noveno arcano, correspondiente precisamente a la TETH, tiene como motivo la figura del ermitaño. Toda una escalada de anacoretas iniciados que, por debajo -o por encima- de su aparente ortodoxia, conservan para los ocultistas los símbolos definitorios de su búsqueda solitaria del conocimiento: la lámpara y el báculo serpentario, trasunto mágico del caduceo del Hermes olímpico que luce el anacoreta del Tarot, vencedor también como Hermes o como el arcángel san Miguel, a quien tuvieron dedicada su capilla subterránea los templarios, de la serpiente portadora del saber total.

 

El estandarte de los templarios era la Cruz Roja de las Cruzadas, un Privilegio que les había sido concedido por el Papa Eugenio III, a petición de san Bernardo. La Cruz simboliza para los templarios las directivas que vienen de lo alto, con la vertical, y que ellos tratan de realizar en la tierra, con la horizontal, penetrando hasta las profundidades, para tomar contacto con las fuerzas abisales, llegando a transfigurar el mundo. La Cruz templaria es la Cruz Céltica. Es también la bandera de Inglaterra hasta el día de hoy.

 

El papa instituyó también el traje de los templarios: un manto blanco con la Cruz de Malta, Roja, sobre el corazón. La Cruz Roja sobre fondo blanco de los templarios, era el símbolo del Sol de los fenicios.

 

La Cruz de Malta de color rojo, simboliza la acción constante, rojo, el color de fuego, cruz de fuego, alquímica, Cruz Roja, rojo, Rubedo, el último proceso, la producción del Andrógino, de Rebis, de Baphomet, sobre hábito blanco. Rojo - Sabiduría, y blanco -Amor.  Sabiduría y Amor para la Regeneración Universal, símbolos de las dos operaciones capitales de la Alquimia: Solve-Coagula.

 

La introducción del rojo en los símbolos del grado 18 masónico es de origen sufí; es muy significativo que desde el grado 16 se usen guantes encarnados, así como su denominación de Príncipes de Jherusalem que dan Gracias a Dios por la reconstrucción del Templo.

 

El tesoro de los templarios era rojo, de Oro Rojo (Vraja, Rubedo nuevamente) En él se encontraba una Vara mágica —como la del Faraón— de idéntico metal y color. Siempre se pone a salvo en el último instante, ocultándolo en una montaña, en las profundidades de la tierra, en el fondo de un río o de un lago. Es decir, en el Inconsciente Colectivo, de donde surge y donde reposan, duermen los Arquetipos, el Rey Barbarroja, los dioses, tras su Crepúsculo, en espera de la resurrección. Este Tesoro es el Gral.

 

La Cruz Roja reveló la misma intención tanto para los árabes como para los esoteristas europeos, para los musulmanes y los Templarios: la Djehad (dje-ha-d), la guerra o actuación Santa.

 

El Ceremonial de la entrega de la Túnica, del Manto, de la Capa, era muy importante para los Templarios.  El revestimiento de la Capa significa, entre otras cosas, el aislamiento protector contra los dinamismos nocivos del mundo exterior. Rendían por ello un gran homenaje, pues el portar esta vestidura erá el emblema de los Iniciados.

 

Originariamente de lino blanco, carente de adornos, la Túnica, el Manto, la Capa simbolizaba con su blancura, la pureza y la Sabiduría. El blanco es el color de la nobleza entre los árabes: todos los “Morabitos” o religiosos y los “Caids” llevan un “Albornoz” o manto blanco. El blanco estaba reservado para los Caballeros y el color pardo para los servidores.

 

Dentro de todas las Fraternidades se encuentra esta obra de transmutación, esta búsqueda de perfeccionamiento, es decir, de elevación, y, sobre todo, se trata de transformar al individuo para hacer de él un Ser Perfecto, un Iniciado. Por eso se dice entre los Rasail Ikhwan es-Safa: “El mundo es un gran hombre y el hombre es un pequeño mundo” (alalam insan kabir Wa el insan alam ceghir).

 

El papa Eugenio III otorgó a los Templarios otros importantes privilegios: el derecho a percibir los diezmos, los impuestos locales, la independencia con respecto al clero secular del lugar, la posibilidad de establecer iglesias con capellanes elegidos directamente por Roma.

 

El estandarte de batalla del Temple, se componía de un rectángulo -el gonfatón- dividido en dos mitades verticales simétricas, una blanca y una negra, llamado «Beauséant» beau: bien, bello, y séant: que sienta bien, asentado, («Bien sentado»), era «mitad oro. Mitad subte», es decir, blanco y negro, con lo que recordaba los colores de sus escuadrones  compuestos por caballeros que usaban cota de armas y manto blancos, y escuderos cota de armas y manto negros. El negro simbolizaba el mundo del pecado que el caballero había dejado atrás al entrar en la Orden, y el blanco reflejaba el paso de la oscuridad a la luz.

 

La bandera negra y blanca (formada por dos cuadrados), la atalaya, y, la calavera y las tibias cruzadas .También el Trébol de Cuatro hojas, que gira y se transforma en svástika.  Las tres calaveras simbolizaban el fanatismo, la tiranía y la autocracia, las verdaderas culpables del final de los templarios. Los templarios tenían una predilección por el número 3[5] (cada caballero tenía tres caballos, recibía tres castigos, etc...) Los Templarios construyeron sus iglesias en forma circular, indicando lo femenino. El uso extendido de la cúpula o "Útero" por la Hermandad también se relaciona con esto, entre otras cosas.

 

El nombre de «beauséant» le había sido aplicado como mote por los caballeros Hospitalarios y por los caballeros Teutónicos, a causa de la disposición de sus dos colores, y por celos de los Templarios, que eran los únicos a los que se permitía llevar la Cruz roja de las Cruzadas sobre su manto,

 

Según el hermano Dumast, recibir el cinturón, era señal de la caballería secreta de los templarios. El cinturón se substituyó por una banda, de la cual se derivan todas las cintas y grandes cordones modernos, según se dice. Poseían ellos, también, todas las insignias gnósticomasónicas, tales como se llevan entonces en las Logias inglesas de Athalstan y en las del Bajo Imperio, o tales como las que están en uso por toda la tierra.

 

El báculo de los templarios era manifestación simbólica de kundalini, el poder del fuego regenerador en acción, potencia electromagnética humana, fuerzas transmutadoras del individuo que busca su perfeccionamiento. Es el bastón de siete nudos de los sabios chinos, el tirso báquico (vara terminada en piña representando el fuego interno), el bastón pitagórico, el cayado episcopal de los obispos católicos, etc.

 

El caballo blanco de los templarios se llamaba Turcomán. El caballo blanco, es símbolo del Sol de los fenicios. El caballo es una representación oculta de los secretos cabalísticos.

 

jinete tiene la misma raíz que jinas y djinns, tanto unos, como otros,  eran genios que habitaban en lugares desiertos y lugares solitarios y  que detentaban unos conocimientos ocultos que a muy pocos les es dado conocer . Jinete es el que cabalga un caballo, el caballo fue símbolo -como la Cábala- de un conocimiento total del cosmos que emanaba directamente de la divinidad.

 

 

La idea de la necesidad absoluta de colaboración entre dos hombres sabios para penetrar en los secretos cabalísticos es corriente en los textos hebreos medievales. Los templarios montaban siempre de a dos[6]. Así aparecen en su sello: dos Monjes­guerreros templarios sobre un solo caballo. Uno atrás, otro adelante, mirando hacia dos dimensiones, a dos mundos paralelos. Ello expresa el mismo simbolismo de la Doble Estrella de A- MOR: a – sin, MOR-muerte. Una Iniciación alquímica y tántrica. Es la Ley bipolar de Baphomet, sus dos rostros.

 

La identidad de las apariencias opuestas, la íntima igualdad de lo que aparentemente se plantea como bueno y malo a la vez, como positivo y negativo, como blanco y negro, es el dualismo gnóstico. Es Abraxas. Es el Cristo de la Atlántida. Las divinidades gemelas herederas del simbolismo de Géminis son una constante.

 

Desde Cástor y Pólux -viajeros en la expedición esotérica de los Argonautas- hasta la divinización del dios bifronte Jano janus, pasando por las mismas Torres de Hércules, la identidad de los contrarios ha sido una de las pilastras fundamentales del conocimiento gnóstico de la realidad trascendente

 

Cagliostro fue el agente de los templarios, y es por ello que llegó a anunciar, en una circular dirigida a todos los masones de Londres, que ya era hora de construir el Templo del Eterno.

 

Los caballeros templarios fueron sucesores y continuadores de la tradición que inaugurara Godofredo de Bouillón, siguiendo la inspiración de Juan Ralph. Los caballeros templarios formaron al interior de la orden, una asociación escogida que agrupó a lo más selecto de la Orden Templaria que llevaba por nombre: los Caballeros de la Serpiente de Bronce. Según esta asociación, después de haber realizado la creación del mundo y de los primeros hombres, Dios mismo comunicó a algunos elegidos, una doctrina secreta que llegó a los esenios a través de Sem y los egipcios.

 

Jesús fue iniciado en esta alianza y acogió en ella a Pedro, Jacobo y Juan. Siete años después de la muerte de Cristo, Juan fundó una alianza secreta, cuya doctrina (como la verdadera doctrina de Cristo) llegó a la Orden de los caballeros del Temple a través de siete cristianos sirios salvados por los templarios[7].

 

La orden de los Caballeros de la Serpiente de Bronce nunca fue derrotada, y no sucumbió con el fin de la Orden Templaria, y persiste en secreto hasta nuestros días.

 

El escritor e investigador francés Jean Robin, llegó a la conclusión de que la Orden del Templo constaba de siete círculos exteriores a los que fueron enseñados los misterios "menores" y tres círculos interiores que trabajaban con los "grandes" misterios.

 

El culto al toro y por la imagen de ese toro y de los signos abstractos que lo definían y le daban su trascendencia: el labrys cretense y la Tau. Este paralelismo entre el labrys y la Tau templaria no es gratuito. La doble hacha de los cultos táuricos está representada entre los graffiti que grabaron los templarios prisioneros del castillo de Chinon. Jacques de Molay, el último maestre de la orden, se encontraba entre ellos.

 

La misma Tau que enarbolaron los templarios como enseña y que simbolizaba menos al Temple que al Templo de sabiduría y conocimiento. La Tau era el apoyo del báculo del Gran Maestre. los templarios buscaron en los hebreos las enseñanzas de los phoiniké (fenicios), destruidos en Tiro por Alejandro y en Cartago por Roma, y que tenían algo que ver con los hombres rojos que constituyeron, con los escitas -blancos- y con los etíopes -negros- la tríada de los pueblos atlantes, los hipomolgos , los bebedores de la leche de las yeguas , los primeros detentadores de los saberes de la Cábala.

 

Por encima de su confesionalidad, los que se llamaron a sí mismos caballeros de Cristo procuraron siempre la proximidad de otras creencias, de las que iban entresacando un especial modo de contemplar el mundo y de calibrar su auténtica trascendencia. Es conocido su interés por instalar casas de la orden en la inmediación de las aljamas judías, su presencia en las proximidades de zonas donde se detecta la presencia de pueblos marginados y de focos seculares de herejías, de reminiscencias paganas y de heterodoxias.

 


Los dignatarios y comendadores templarios utilizaron la llamativa expresión corteza para referirse a la parte externa de la orden, al acoger al postulante.

 

El mensaje de los constructores templarios no era otro que el clásico griego conócete a ti mismo, una señal de tráfico para prevenirnos contra nuestro peor enemigo, la cara del espejo, nosotros mismos.

 

Los Templarios tenían dos doctrinas: una la doctrina católica romana era su doctrina pública (los papistas romanos son discípulos de San Pedro). La otra era su doctrina oculta, que estaba reservada para los líderes: la del johanismo o juanismo, es decir, la Tradición que atribuye al apóstol Juan la fundación de una iglesia secreta. Los grandes pontífices de la iglesia de San Juan proclamaron una transmisión ininterrumpida desde los tiempos de San Juan y asumieron el título de Cristo. Los líderes Templarios fueron discípulos de San Juan.

 

Teocleto, Amigo de Hugo de Payns, inició a Hugo de Payns en los misterios y esperanzas de la iglesia juanista, le compartió la certeza de un sacerdocio soberano y de una realeza suprema. Se jactó de estos privilegios en la época de la fundación del Templo.

 

El juanismo de los adeptos era la Cabala de los gnósticos, rechazaban todo dogma revelado. Expresaban su pesadumbre por todos los cultos caídos y declaraban sus esperanzas por todos los cultos nuevos, prometiendo a todos, libertad de conciencia y una nueva ortodoxia que sería la síntesis de todas las creencias perseguidas.

 

Los templarios entraron de lleno en la gran tradición iniciática hiperbórea y sus dirigentes forman parte de la Surya-Vansa, o raza solar, residiendo en Agarthi y Shamballah. Son Ativama, es decir, fuera de toda casta y color.

 

Los templarios eran célibes. Se apartaban deliberadamente de la mujer. Adoraban al planeta Venus, a la Virgen Negra, a Isis. Su adoración al planeta Venus la prueba su exaltación del número ocho en sus construcciones y castillos. La Estrella de ocho puntas, que también es Sleipsnir, el Caballo de ocho patas. Los templarios usarán el número ocho para sus construcciones y castillos.

 

Los Templarios “lucharon una vez por organizar las bases de un sistema económico más espiritual y justo en Italia son los Fedeled'amore los que enseñan el amor mágico, y su dama es también Sophia. Así Beatriz, de Dante, es la Sabiduría. Nuestra Señora de los templarios —Notre Dame— igualmente simbolizaba la Orden, la Gleisa y es Isis, la Virgen Negra. Diosa de la Nigredo alquímica, que busca rejuntar los pedazos dispersos en la gran catástrofe, los trozos de la Corona Rota

 

La madre se llama Isis y es negra, tiene el color de la tierra de Egipto, de la materia alquímica y también del cielo de la noche. Sabían que era necesario pasar de ese color a otros, hasta alcanzar el oro alquímico, el oro potable, hasta retornar y ser. Más que un semidiós, un dios, más que un atlante, un hiperbóreo.  Los templarios se declaraban cristianos de este verdadero cristianismo, profundamente espiritual, griego-hermético, griego-egipcio, solar, tan contrario al cristianismo judeo-semítico, lunar, de Roma.

 

Artefactos Templarios recuperados de París y Chipre presentan la rosa y la cruz. La rosa tiene un simbolismo sexual y de adoración de la diosa. Los romanos conocían la rosa como la flor de Venus (Venus = Semíramis) y fue la insignia de sus "prostitutas sagradas". En los misterios sexuales de Venus, algo "sub rosa" que significa bajo la rosa, y no era para ser revelado al no iniciado. Isis, la diosa elegida por los templarios y los cátaros, es también negra. Es la Esposa de Osiris, que busca reunir los trozos dispersos del Esposo (de la Corona), después de la catástrofe. Negro es el Sol polar de la Medianoche.

 

Baphomet, además, es andrógino. La figura que guarda el Gral es un Andrógino, es Siva como Ardhanasisvara.

 

En Baphomet, hay guardada la clavé de la Gran Puerta, la llave de la salida al Otro Mundo, al invisible, a la Nueva Tierra.

 

También, como el emblema del Águila bicéfala, Baphomet podría simbolizar el imperio terrestre, conectado al poder espiritual invisible; los templarios se hallaban en la superficie de la tierra y en el interior, en la Otra Tierra, en los mundos paralelos. El sello templario con dos caballeros montados en un solo caballo tendría el mismo significado.

 

Se ignora, pues, la acepción del nombre Baphomet. Piénsase en Bepheva Mété y en Atanor, el Tintorero de la Luna, el que transforma la plata en oro. Las enormes riquezas templarías, nunca halladas, se explicarían así. Tampoco Baphomet fue encontrado.

 

La trasposición literal de bafomet, invirtiendo totalmente el orden de sus letras, da te m-ohp- ab, lo que proporciona otra lectura según el modo notarikon de la Cábala -que cabe leer como integración inicial de una frase iniciática-: «Templi omnium hominum pacis abbas» (el padre del templo, paz total a los hombres).

Templario, es un nombre que debe leerse cabalísticamente, en sentido inverso, y está compuesto de tres abreviaturas: TEM OHP AB, Templi omnium hominum pacis abbas, el padre del templo, paz universal de los hombres.

 

Baphé significa en griego una especie de bautismo por inmersión; Meteos, iniciación. En Chipre, donde los templarios estuvieron firmemente asentados, hay un lugar -Baphos precisamente- que tuvo un templo dedicado a Astarté -adorada bajo la forma de una piedra negra. Astarté era la representación única de la lsis egipcia original, como divinidad portadora y transmisora del conocimiento que, en cierto modo, está ligado a la práctica místico-científica de la alquimia.

 

 Gérard de SÈDE (Los templarios están entre nosotros, Bruguera, Barcelona, 1963) asocia el bafomet a un bapheus meté (pintor de la luna), nombre con el que se conocía a los alquimistas que habían alcanzado la realización de la Obra.

 

La tradición hermética occidental, asimila lo negro al saber. No en vano los carboneros forman parte de la tradición esotérica popular. Negro fue -y sigue siendo- el hábito de los benedictinos. Y negras fueron las vírgenes milagrosas asociadas al culto a la Gran Madre durante la eclosión mariana del siglo XIII -contemporáneo del auge templario-. Recordemos sólo a la virgen de Montserrat.

 

 

Los carboneros fueron asociados a los herreros, tradicionalmente adscritos a las enseñanzas herméticas, y precisamente por eso marginados en la Edad Media. Los principios históricos de la utilización del hierro son oscuros, porque se vieron envueltos en elementos mágicos prohibidos a la gente.

 

El hierro, con todo lo que significaba de poder, era considerado como un metal maldito, demoníaco, pero, al mismo tiempo, cargado de sacralidad. Mircea Eliade atribuye al hierro el origen de los sacrificios humanos, por el odio mágico que suscitaba el metal.

 

En los  cuentos populares, el hierro va asociado siempre al mal, al dolor, a la prisión y a la muerte: un arma de hierro es esencialmente mala.  Una de oro o de plata -aunque siga siendo un arma- es fundamentalmente buena y apta para ser manejada por el héroe.

 

esta superstición en torno al hierro y a los herreros viene de mucho más atrás de lo que la historia es capaz de contarnos. Inyectando en el inconsciente el odio al hierro -y a quienes lo trabajan-, y dejándolo encubierto con magias malditas, se conseguía que un elemento fundamental de la civilización fuera lo bastante temido como para que su uso no se propagase.

 

Ésta es la causa de que el hierro y los herreros fueran, paralelamente, sacralizados y maldecidos. Incluso hasta muy avanzada la Edad Media, los herreros no podían vivir en los núcleos de población, y la técnica de la forja y del yunque se había envuelto en fórmulas mágicas y en leyendas aterradoras.

 

 

 

En el interrogatorio seguido el 9 de noviembre de 1307 contra el templario Hugues de Pairaud, visitador de Francia, se dice textualmente: « Interrogado a propósito de la cabeza [...], dijo bajo juramento que la vio, que la tuvo entre sus manos y que la palpó en Montpellier, en un capítulo; y que él mismo, con otros hermanos que se hallaban presentes, la había adorado. Dijo, sin embargo, que la adoró simuladamente de boca, no de corazón, pero añade que no sabe si otros hermanos la adoraban sinceramente»

 

Y añade, un poco más adelante: «Dice que la susodicha cabeza tenía cuatro pies, dos delante, del lado del rostro, y dos atrás». Una figura así, gurda semejanza con las imágenes de los vasos griegos cuando representan a Dionisos en las ceremonias secretas[8].

 

El bafomet, sería no un objeto de la adoración idolátrica que se les atribuyó, sino un elemento de meditación que se encontraría en muchos casos en la sala de reuniones de las encomiendas.

 

 

Los Templarios descubrieron algunos signos rúnicos bajo la influencia de las corporaciones de constructores godos de catedrales y al Dios Abraxas de los gnósticos, el que aparece en la figura de pavo real del sello secreto del Gran Maestre.

 

Los Templarios fueron los constructores, como en el caso del Templo del Santo Sepulcro o las iglesias conmemorativas como, por ejemplo, aquella del “Temple Church” en Londres. París era la otra doble - oficina central para los Caballeros Templarios. Notre Dame (Nuestra Dama: Isis / Semíramis / Ninkharsag) se construyó en un sitio dedicado a la diosa Diana, y Chartres fue ubicada sobre un antiguo sitio sagrado que una vez atrajo a druidas desde todas partes Europa.

 

La famosa capilla de Kings College, Cambridge que estaba basada en el símbolo cabalístico del árbol de la vida, fue descrita como una de las últimas grandes estructuras Góticas construidas en Gran Bretaña. Su diseño fue aparentemente inspirado por la catedral del siglo XIV en Albi en Languedoc en Francia del sur, uno de los centros principales tanto para los Templarios como los Cátaros.

 

 El 8 fue Número sagrado de los Templarios, la torre templaria tenía ocho lados, el ocho posee un simbolismo apasionante, expresa lo que está más allá de los siete planetas, lo que trasciende el determinismo astral. Si en el Antiguo Testamento vemos que el siete aparece constantemente, en el Nuevo Testamento el número clave es el ocho, que anuncia la beatitud del sæculum venturum, del mundo que viene. Esa es la razón por la que entre los gnósticos el ocho simbolizaba la resurrección.

 

Construir era, para los canteros protegidos de los templarios, contribuir al conocimiento de la estructura del cosmos y, a través de esa contribución, llegar un poco más cerca de los misterios de la vida universal.

 

Las fortalezas construidas por los templarios contenían, desde su misma planta, una serie de elementos estructurales que coincidían con toda una manifestación numerológica mágica de la realidad trascendente del edificio. Así sucedía con las torres octogonales (2 X 4) que presidían las construcciones o los campanarios levantados bajo su directa influencia. Así sucedía con los lados dados a los castillos (24 = 2 X 3 X 4) y hasta con el número de torres (12 = 3 X 4) que solían flanquearlos.

 

Había una indudable identificación entre la cruz templaria y la concepción general de los edificios. Había igualmente una indudable preocupación astronómica que ligaba íntimamente las casas templarias a toda la tradición zodiacal y astrológica heredada de los magos caldeos a través de las reglas esotéricas de los sufíes musulmanes y de los cabalistas judíos.

 

El lobo fue en tiempos medievales -y ya desde mucho antes- el animal simbólico que representaba tanto la sabiduría secreta y gremial de las hermandades de constructores

 

Los templarios no reniegan de la cruz, que es uno de los símbolos esenciales; reniegan sólo del crucificado humano y terrestre, en quien no creen. Por todo lo dicho, Jesús, para ellos, no era el Cristo Solar, no podía serlo. Al parecer han descubierto, en las ruinas del Templo de Salomón, documentos de importancia decisiva templarios creen únicamente en el Evangelio de San Juan

 

Piden al aspirante abjurar de su antigua fe en Khristos-Jesua, en el crucificado.

 

Los templarios se hallaban en estrecha unión con el Gral.  Por esto los nueve caballeros van a Jerusalem a recuperar el Tesoro que se les había extraviado. Los templarios mandaron realizar, a lo largo de su existencia, no menos de cinco traducciones del libro de los Jueces, que es, sobre todo a través del Canto de Débora, una de las obras cumbres del simbolismo bíblico.

 

Allí surge, por primera vez en la Biblia, los abrevaderos de la sabiduría del Grial (5,11), antecedente directo del recipiente místico; los personajes claves de esta búsqueda: Abimelec, Galaad, Tole y Sansón. El libro de los Jueces es, convenientemente estudiado, una de las grandes cumbres del pensamiento bíblico y, posiblemente, de las religiones universales.

 

 

El misterio del Gral y del Grial, desaparece con los templarios. La leyenda del Gral desaparece en Europa junto con los templarios. Son ellos quienes propician su Caballería Esotérica.   Los templarios, preparan con anterioridad la desaparición de las claves, del Gral; se guardan para el nuevo tiempo.

 

El Jefe, el Gran Maestre Visible, se dobla en otro invisible, desconocido. Detrás de los templarios y los verdaderos rosacruces, habría una Orden misteriosa, con sede en otros mundos. Es en el Círculo Invisible, desconocido de los templarios.

 

Algunos indicios esclarecedores de los fines ocultistas de los templarios. Son indicios que sobrepasan incluso con creces la fecha de su extinción, y que se dan precisamente en los lugares donde estuvieron asentados. Son, por ejemplo, un muy determinado tipo de imágenes religiosas que pueden considerarse como herencia críptica legada por los caballeros del Temple, utilizada simbólicamente por los monjes que ocuparon los lugares que fueron suyos.  

 

La muestra peninsular más inmediata de esta tradición simbólica la tenemos en la imagen del Cristo renano del siglo XIV que se conserva en el que fue convento templario de Puente la Reina. El Cristo es insólito: está crucificado sobre una horquilla de árbol en forma de Y griega, deshaciendo esotéricamente la imagen tradicional de la cruz para convertir al Hijo del Hombre en un mártir de otros motivos, de los cuales forman parte símbolos sincréticos ocultistas válidos para distintas formas religiosas.

 

La Y griega corresponde a la IOD del alfabeto judío: la décima de sus letras, y posiblemente la más importante desde el punto de vista sefirótico, porque los abarca a todos, aparte de representar al último sefira, llamado malkut (la corona) y a la era astrológica de Capricornio, correspondiente en la precesión equinoccial al período de tiempo comprendido entre los años -21810 y -19650, que es el que la paleontología cifra para la aparición del mutante Homo Sapiens.

 

El principio de es IOD Yaveh su correspondencia es celeste y su motivo simbólico la mano, en tanto que tiene función de operación creadora. Representa la unión de los contrarios y se corresponde con la primera nota de la escala diatónica, el DO. En cierto modo, la IOD - o su correspondiente Y griega- es la letra cabalística sincrética por excelencia.

 

La Y griega de la «cruz» de Puente la Reina es la representación de una horquilla de árbol, veremos cómo esta circunstancia identifica ya por sí sola a Cristo con los grandes iniciados de las formas religiosas no cristianas más evolucionadas: Attis y Krishna.

 

Los templarios armaban caballeros católicos griegos, hostiles al papado y, cosa muy extraordinaria aún, a musulmanes pertenecientes a ciertas doctrinas esotéricas, provenientes de una iniciación análoga a la suya. Tal fue el caso de Saladino mismo, a quien, según la Orden de Caballería, poema del comienzo del siglo XIII, le fue dada la ordenación por Hugo de Tabaria en 1187. Tal fue también el caso de su hermano Malik al-Adîl, a quien Ricardo Corazón de León armó caballero en 1192.

 

Los Templarios recibieron influencia musulmana de los Caballeros Ismaelitas o Hashshashin, que eran una rama ismaelita del Shi’ismo de la India, muy cerrada y fuertemente jerarquizada, que se llamaba en Oriente la orden de los Batinyiah (los “internos” o “esotéricos”), y comenzaron a tener una corriente de pensamiento esotérico impregnado de las virtudes del esoterismo del Islam.

 

La orden de los Caballeros Ismaelitas, Hashshashin, o Assacís, fue fundada en 1090, una cincuentena de años antes que la del Templo, por el célebre cheik Djebal Hassan Sabah, el Anciano de la Montaña, quien se distinguía porque dirigía todas las acciones de aquella Caballería de Oriente sin moverse de las alturas de su castillo de Almout. Cheik Djebal Hassan Sabah primer Gran Maestro de los Caballeros Ismaelitas, reinaba sobre los destinos de una buena parte del mundo sin haber salido ni una sola vez de su castillo durante 35 años.

 

La orden de los Caballeros Ismaelitas, Hashshashin, o Assacís, se estableció en Persia, extendiéndose rápidamente en Irak y en Siria. Se ha señalado en varias ocasiones las sorprendentes semejanzas de las dos órdenes Los Caballeros Templarios y Caballeros Ismaelitas: ambas eran a la vez Iniciáticas y militares, ambas llevaban el título de “guardianes de la Tierra Santa” (Assas= guardián, Assacís es probablemente una transcripción del plural del árabe Assas), y el Jihâd de los Assasís tenía la misma significación que la guerra santa del Temple, aunque los métodos diferían. Al paso del tiempo, los templarios se fueron haciendo más herméticos y su esoterismo se veló por completo.

 

Los Assacís y La Orden Templaría de los Caballeros Juanistas del Templo, son los Guardianes de la Tierra Santa están constituidos exactamente sobre el mismo modelo y no porque una fuese creada después de la otra, imitando su predecesora, sino porque la una y la otra están constituidas sobre las mismas bases o doctrinas secretas, es decir, sobre un esoterismo único e Invariable, que opera a través del mundo bajo diferentes velos, como la luz única a través del prisma que se descompone en rayos multicolores.

 

Una acepción trascendental de la Tierra Santa, es la de que representa al Paraíso Terrestre, el Pardes, bañado por sus cuatro ríos.  Cada río, se corresponde con cada uno de los 4 planos de la vida del mundo, a uno de los cuatro sentidos del Verbum Demissum, de la Palabra Perdida.

 

El combate. Para estos monjes guerreros, es una ascesis de iniciación, un yoga de control interno, una disciplina de caballería mística, mágica, como para los Ismaelitas del Irán, de esa misteriosa Orden del Anciano de la Montaña. Inspirada en el profundo significado del Jefe-Imán. La guerra no es de conquista ni de proselitismo, como se podría creer.

 

Los templarios combatían por deber, fríamente, por yoga, por disciplina interna, no con la intención de convertir a los musulmanes. La Batalla mítica era para liberar la Tierra Santa Interior, manteniendo simultáneamente, "sincronísticamente", las rutas de los peregrinos y de la Caballería Errante También los Ismaelitas y los Assassins combatían por fidelidad al Imán interior. "Conocer al Imán, al Anciano de la Montaña, es conocerse a sí mismo". "Seme fiel y Yo te haré igual a Mí", dice su regla. Se acusó a los templarios de un acuerdo secreto con los ismaelitas, más allá de su lucha contingente. Para los templarios, la guerra llegará a ser como para Arjuna, en el "Bhagavat Gita".

 

Las dos órdenes los Templarios y los Assasís jugaban, cerca de los poderes constituidos, el mismo papel de vigilancia y de consejo. Su jerarquía, doble en los dos casos (exterior y secreta), presentaba caracteres comunes y sus colores emblemáticos, blanco y rojo, eran los mismos.

 

Dentro de la constitución de la Orden de Europa y la de Asia Menor, todo es idéntico. Cada una de ellas posee una doble Jerarquía:

 

Una Exotérica, que estaba compuesta por el grueso del ejército:   

 


TEMPLARIOS                                           ASSACIS

 

Caballeros                                                 Refik

 

 


Escuderos                                                 Fedari

Hermanos                                                 Lassik

 

Y otra Esotérica, en que sólo los G:. M:. Conocen los secretos de las dos Órdenes.  


 


TEMPLARIOS                                               ASACIS                                                

 

Gran maestro                               Sheik el Djebel (O Anciano de la Montaña)

Grandes priores                                           Dailkebir                                                                        

Priore                                                             Dais



Los Assacís tienen un jefe: El Sheik el Djebel, Señor Montis, con cierta semejanza al que se llama el “Señor Papa” del Senape del Ariosto. Además, sometida a su Dirección tiene todavía una Jerarquía secreta en la que siete miembros son conocidos y siete son desconocidos. Las alegorías velan los secretos que están repartidos entre estos hombres.

 

El Caballero de Oriente, y el Caballero del Este y el Oeste, tienen en sus títulos alusiones al secreto de los Templarios de los cuales eran en un principio los sucesores.

 

El Escocismo trata de inmortalizar al monte Heredom, pues se supone que recibió bajo las ramas que daban sombra a su cima, a los siete caballeros cruzados, a quienes una tradición denominaba ilustres compañeros de gloria e infortunio del valiente Aumont.  Habría servido de seguro retiro a los templarios que, para librarse de la matanza general, huyeron a Escocia, bajo el disfraz de masones. Según este sistema el empleo de los útiles necesarios al arte masónico de la construcción vendría a ser un emblema moral y un signo conmemorativo de la fundación de la Orden en Escocia.

 

Los templarios habían estado cavando en busca de algo debajo de las ruinas del Templo de Herodes.

Al final los Templarios intentaron independizarse de Roma

 

A los Templarios les está prohibido enriquecerse individualmente. La riqueza es únicamente para la Dama, para Nuestra Señora, para la Orden, como entidad abstracta, metafísica, como reza el Manual de la Orden.

 

Durante los casi trescientos años que los templarios actúan en Europa, se acaban las hambrunas y las pestes. Almacenan el trigo y lo distribuyen, entregan las tierras a los campesinos, controlan el poder despótico de los señores feudales. "Tú serás Rey mientras seas justo", dice su máxima.

 

Los templarios respetan a los mejores, no a los más nobles. Pretenden construir una pirámide social, en cuya cúspide estará la Dama, la Sacerdotisa-Maga del Gral.

 

Los templarios no se defiendan, pudiendo bien hacerlo, pues eran los más poderosos. Debían salvar la pureza del Gral.

 

El enemigo mayor de los templarios era la usura. Persiguieron implacablemente a los usureros y prestamistas, casi siempre judíos. Los conflictos templarios con la tierra de Oc de los cátaros tuvieron por causa la protección que sus señores feudales daban a los usureros.

 

Como se ha dicho, los campesinos no pagaban diezmos a los templarios cuando estos eran dueños de la tierra. A su vez, los templarios no los pagaban a los soberanos.

 

La organización de la sociedad propiciada por los templarios es la druida: campesinos que trabajan la tierra, obreros que pulen la piedra, construyen puentes, carreteras y catedrales, ordenándose en cofradías de artesanos; monjes-guerreros que protegen el patrimonio y distribuyen los alimentos y la riqueza, sin obtener para ellos beneficios ni ganancias. 

 

Y por sobre todo, el poder espiritual, templario, controlando y vigilando. Si los templarios hubieran perdurado, la Iglesia de Roma habría perdido su poder temporal, al igual que los reyes profanos y los señores feudales, pertenecientes a lo únicamente terrestre al animal-hombre. Ellos se unen para destruir la Orden.

 

La "causa mortal" de la destrucción de cátaros y templarios fue su descubrimiento de la verdadera identidad del crucificado. El terrible secreto de los orígenes, una enorme falsificación, una contrainiciación, la adulteración de un símbolo solar y de un Mito Cósmico, hiperbóreo

 

La otra razón para liquidar la Orden, son sus cuantiosas riquezas, que despiertan la codicia del Papado, de los señores feudales y del Rey de Francia, Felipe el Hermoso, en estado de bancarrota permanente. Además, intentaban reinstalar el Rey de sangre hiperbórea, el Rey del Gral.

 

La Iglesia de Roma no iba a permitir a los templarios establecer su concepción del Imperio Mágico en Europa.

 

Los Templarios y la Orden de Sión, después Priorato de Sión, eran dos ramas de la misma organización. En 1187, los Templarios perdieron el control de Jerusalén frente a los Turcos Sarracenos, posiblemente a propósito, y lo que siguió fue un conflicto con sus ex aliados y amos oficiales, el Priorato de Sión. Un año después se separaron formalmente en un ritual conocido como el Corte del Olmo en Gisors, una ciudad cerca de la costa en Francia del norte.

 

La Orden de Sión cambió su nombre al Priorato de Sión y adoptó como su emblema, la cruz roja usada por los Templarios. El Priorato también adoptó el título, l'Ordre de la Rose-Cross Veritas, la Orden de la Verdadera Cruz Roja. Las dos sociedades secretas aceptaron operar independientemente, pero el Priorato de Sión quería la riqueza Templaria que creyó que con toda razón le pertenecía y probablemente usó al rey Merovingio de Francia, Felipe el Hermoso, en un intento por hacer esto.

 

 

El Rey de Francia, Felipe el Hermoso, debía a los templarios su seguridad y la administración escrupulosa de su tesoro real. En este escenario solo cabía dos posibilidades: O los templarios se ponían bajo el control del Rey, o el Rey los destruiría en la medida de sus posibilidades y se apropiaría de sus riquezas, los hechos posteriores indican que ocurrió lo segundo.

 

Cuando Jerusalén y toda Palestina cayó en manos de los sarracenos, continúa esta leyenda, los templarios trasladaron su sede a Chipre y luego a París donde fueron perseguidos por el rey Felipe el Hermoso motivado por el secreto impenetrable de sus misterios, su gobierno interior, su sistema económico, sus riquezas y, en suma, por los conocimientos sublimes que poseían.

 

Se trataba sobre todo de un rencor del Rey de Francia, que no habiendo podido pagar las enormes deudas que él había contraído con la Orden del Templo, prefirió hacer condenar y así hacer desaparecer a sus acreedores, antes que reintegrar los préstamos, y sobre todo para no deber ningún reconocimiento a sus benefactores

 

El Papa Clemente V deseaba juntar a los templarios y los hospitalarios en una sola orden con la finalidad de reconquistar Tierra Santa, pero este proyecto no agradaba a los templarios, quienes ya habían trasladado su capital a Francia, es decir su casa madre era París y esto no lo permitiría el Rey de Francia Felipe el Hermoso ya que el temple instalaba un enclave con rentas y fuerzas militares propias, que estaban inactivos luego de dejar la Tierra Santa.

 

Felipe, ayudado por su compañero de infancia Bertrand de Got, a quien él hizo nombrar Papa bajo el nombre de Clemente V, juraron la pérdida de la Orden de los Templarios.

 

En 1311 el papa Clemente V convoca un Concilio general en la ciudad de Viena, en el que queda abolida la orden de los templarios, cuyos principales miembros fueron condenados a los más horrendos suplicios, basándose en acusaciones no probadas[9]

 

Ya lo sabemos, los templarios no se defienden

 

Felipe el Hermoso utilizo todo lo que tuvo a su alcance para desacreditar y acusar a los templarios así en la orden de arresto del 14 de septiembre de 1307 en su requisitoria dice:

 

Hemos sabido poco ha, gracias al informe que nos han hecho personas dignas de fe, que los hermanos de la orden de la milicia del Temple, ocultando al lobo bajo la apariencia de cordero, y bajo el hábito de la Orden, insultando miserablemente a la religión de nuestra fe, crucificando una vez más en nuestros días a Nuestro Señor Jesucristo, ya crucificado para la redención del género humano, y colmándole de injurias más graves que las que sufrió en  la cruz, cuando ingresan en la Orden y profesan, se les presenta su imagen y, horrible crueldad, le escupen tres veces al rostro; a continuación de lo cual, despojados de los vestidos que llevaban en la vida seglar, desnudos, son llevados ante la presencia del que les recibe o de su sustituto y son besados por él conforme al odioso rito de su Orden, primero en la parte baja de la espina dorsal, segundo en el ombligo y por último en la boca para vergüenza de la dignidad humana. Y después de haber ofendido a la ley divina por caminos tan abominables y actos tan detestables, se obliga por el voto profesado y sin temor a ofender la ley humana a entregarse el uno al otro sin negarse, desde el momento en que sean requeridos para ello, por efecto del vicio de un horrible y espantoso concubinato. Por eso la cólera de Dios se abate sobre estos hijos de la infidelidad. Esta gente inmunda ha renunciado a la fuente del agua viva, reemplazando su gloria por la estatua del becerro de oro e inmolando a los ídolos... (Georges Bordonove, La Vida Cotidiana de los Templarios en el Siglo XIII, Segunda Edición, Junio 1989 Pág. 100).

 

Con semejante introducción cualquier hombre de buena fe, quedaría escandalizado y sin salir de su estupor se horrorizaría con las acusaciones siguientes:

 

Aquel a quien se recibe pide —en primer lugar— el pan y el agua de la orden, luego el comendador o el maestre encargado de su recepción le conduce secretamente tras del altar, a la sacristía o a otra parte y le muestra la cruz y la figura de Nuestro Señor Jesucristo y le hace renegar tres veces del profeta, es decir, de la imagen de Nuestro Señor Jesucristo y escupir tres veces sobre la cruz; luego le hace despojarse de sus ropas y el receptor le besa al final de la espina dorsal, debajo de la cintura, luego en el ombligo y luego en la boca, y le dice que si un hermano de la orden quiere acostarse con él carnalmente, tendrá que sobrellevarlo porque debe y está obligado a sufrirlo, según el estatuto de la orden y que por eso, varios de ellos por afectación de sodomía, se acuestan el uno con el otro carnalmente y cada uno ciñe un cordel en torno a su camisa que el hermano debe llevar siempre sobre sí todo el tiempo que viva; y se dice que estos cordeles se colocan y se disponen en torno al cuello de un ídolo que tiene la forma de una cabeza de hombre con una gran barba y que esta cabeza se besa y se adora en los capítulos provinciales, pero esto no lo saben los hermanos, excepto el gran maestre y los ancianos. Además, los sacerdotes de la orden no consagran el cuerpo de Nuestro Señor; y después de ésta, se abrirá una investigación especial sobre los sacerdotes de la orden. (Georges Bordonove, La Vida Cotidiana de los Templarios en el Siglo XIII, Segunda Edición, Junio 1989 Pág. 101).

 

El artículo 11 de los Estatutos Secretos de Roncelin justifica la acusación, pero da una luz sobre su verdadero significado: el receptor besará al neófito después del juramento. Primero en la boca para transmitirle el aliento, luego en el plexo solar y en el ombligo, que manda la fuerza, y finalmente en el miembro viril, imagen del principio creador.

 

De modo claro y sin segundas intenciones, estamos ante un acto cabalístico genuino. El beso en la boca es la exaltación del segundo sefira en el Adam Kadmon: JOJMA, la Sabiduría, correspondiente a la letra Beth. El beso en el plexo y el ombligo representa al sexto sefira: TIFERET, la Belleza, y a la letra Vav, Y el beso en el sexo es la exaltación pura, simple y simbólica del noveno sefira: YESOD, la Fundación, y de su letra Teth, la controvertida Tau templaria

 

 

Dueños del ejército más poderoso de Occidente, los templarios no luchan. La Inquisición dominicana toma en sus manos los procesos.

El viernes 13 de octubre de 1307 los templarios fueron capturados en toda Francia. Lo realmente sorprendente es que esta vasta operación policial fuera más allá de todo lo previsto, sobre todo si tenemos en cuenta los medios de la época. No sólo todos los comisarios del rey condujeron el asunto admirablemente, sino que además el secreto no se llegó a filtrar. No hablaron ni comisarios, ni los senescales ni sus delegados. Consiguieron reunir los hombres necesarios para cercar cada encomienda del reino sin que dichas extrañas convocatorias y reuniones alertaran a la opinión pública.

 

Un poeta anónimo expreso:

 

Sabed que en aquel tiempo, año mil trescientos siete, cogieron a los Templarios, los de antaño tan potentes, con vilezas conducidos los que fueron tan valientes, creo que fue a causa de artes impías. En este año que he dicho y no sé si con razón por todo el reino de Francia prendidos sin dilación al alba en el mes de octubre, y era un viernes aquel día...

 

Con juicios amañados luego de arrancarles declaraciones con torturas, los templarios fueron ejecutados en las diferentes cárceles de Francia, sin importar para nada la opinión del Papa y de la Iglesia, que en el caso de los grandes dignatarios de la orden dispuso que solo la iglesia podía juzgarlos, sin embargo Clemente V no fue oído y ordenaron la muerte del Maestre Jacques de Molay. El día que quemaron vivo a Molay, otro anónimo circuló:

 

Dios, que todo lo divisa, les juzga desde su alto estado fin y pasión del Temple y como a un cántaro los quiebra así ha hecho de los templarios como si fueran demasiado malos tanto como muchas gentes dicen, pero yo no sé si mentira esgrimen... hay en el mundo muchos condenados que en el alto cielo resultan coronados.

 

Cuentan algunos historiadores -y afirman que los datos son seguros- que la noche anterior al prendimiento de los templarios salió de París una carreta -o varias- cargadas aparentemente de paja y con un misterioso destino. Luego, cuando Jacques de Molay y sus compañeros fueron apresados, las casas francesas del Temple fueron saqueadas, pero no se encontró en ellas nada que supusiera un valor efectivo: ni siquiera vasos sagrados de metal valioso. Sin embargo, el tesoro del Temple tenía que estar en algún sitio. El mismo rey que les mandaba prender estaba en fuerte deuda con los templarios, los templarios tenían sus pagarés y debían tener su dinero. Pero ¿dónde? El tesoro templario -si es que existió alguna vez- nunca fue hallado.

 

Desde que Molay comprendió que su suerte estaba echada y que no iba a salir vivo de la celda, dirigió sus ojos a su sobrino, el conde Beaujeu, que desde hacía bastante tiempo había mostrado una vocación decidida a ingresar en la orden, le hizo ir a verle a la prisión y le pidió bajar a la cripta donde estaban enterrados los grandes maestres y traerle un cofre de cristal que estaba en el sarcófago que le señaló, el cual contenía una preciosa reliquia: el índice de la mano derecha de san Juan Bautista.

 

Habiendo el sobrino cumplido fielmente este encargo, de Molay supo que podía confiar en él y le pidió nuevamente bajar a la cripta y coger en el mismo sarcófago una bolsa con los anales secretos de la orden, la corona de los reyes de Jerusalén, el candelabro de oro de los siete brazos, las estatuillas de oro de los cuatro evangelistas que rodeaban el Santo Sepulcro y otros objetos sublimes de la orden. De Molay hizo jurar a su sobrino que se encargaría de perpetuar la orden tras su muerte[10]. Antes de morir el gran maestro del Templo organizó e instituyó la Masonería Oculta.  Dentro de los muros de su prisión fundó cuatro Logias Metropolitanas: En Nápoles para el Este, en Edinburgo para el Oeste, en Estocolmo para el Norte, y en París para el Sur.

 

 

A comienzos del siglo XIV, el Gran Maestre visible de la Orden, Jacques de Molay y Godofredo de Charnay son entregados a la hoguera, después de haberse retractado de todas las declaraciones que les han sido extraídas con la tortura. Santiago de Molay y sus compañeros perecieron en la hoguera.

 

El lugar donde son quemados queda, más o menos, donde hoy se encuentra el Pont-Neuf, en París, cerca de la Isla de la Cité, en otra pequeña isla que entonces existía allí, detrás de donde se encuentra la estatua de Enrique IV. Se dice que Molay gritó antes de morir que convocaba al Papa Clemente V al tribunal del Altísimo dentro de cuarenta días y al Rey en ese mismo año. El Papa y el Rey perecieron rápidamente de manera extraña y repentina. El Papa muere dentro de la fecha y Felipe el Hermoso cae de su caballo, muriendo también poco después. Squin de Florian, acusador en jefe de la Orden, fue asesinado.

Pero, los jefes secretos han sido salvados por los Dioses, llevados de este mundo en un Carro de Fuego, como Enoc y Quetzalcóatl, para impedir la ruptura del Cordón Dorado. Los que aún deambulan por esta tierra son los héroes sacrificados, para que el fuego siga ardiendo, para que el símbolo perdure y todo no haya sido en vano, renaciendo en la sangre derramada y en el dolor del exilio, como el Ave Fénix, desde sus cenizas. Se ha escrito que los Guías de templarios y rosacruces serían una misteriosa Orden Verde, con sede en otra constelación.

 

Los templarios que escaparon de los suplicios se dispersaron por Escocia y otros lugares, donde vivieron en sitios separados como eremitas, poniendo a buen recaudo el tesoro inestimable de conocimientos que ellos custodiaban.

 

Al romperse, la espada de los templarios se convirtió en un puñal, y sus proscriptas cucharas de albañilería de allí en adelante fueron utilizadas solamente para erigir tumbas.

 

Tras la destrucción de los templarios y su sabia organización, siglos de hambruna, de pestes y de guerras fratricidas se abaten sobre Europa, hasta culminar con la revolución francesa, que da origen a los tiempos modernos y al descenso al fondo del Kaliyuga. Se dice que el hombre europeo de los siglos XI, XII y XIII era más alto que el de los siglos XIV. XV y XVI, lo cual se puede comprobar por las armaduras de los museos. Estaba mejor alimentado y protegido por los templarios.

 

 

De Molay fue muerto en la hoguera en la Ile de la Cité, la París original, a la sombra de La Catedral de Notre Dame, que los Templarios habían construido en un anterior sitio de adoración a la diosa Diana. Su muerte fue ordenada por la Inquisición de la Iglesia Católica Romana con el apoyo del Rey Felipe el Hermoso, que bien podría haber estado bajo el control del Priorato de Sión.

 

Hay, sin embargo, otra posibilidad, que Felipe el Hermoso fue engañado por el Priorato de Sión que había organizado que la flota inglesa interceptara las embarcaciones Templarias en fuga y robarles así el oro.

 

El templario encuentra en las iniciales de las palabras secretas correspondientes a los tres grados, J.·., B.·. y M.·., los nombres del Gran Maestre de su Orden, quemado vivo en París: Jacobus Burgundus Molay.

 

El triunfo de las dos corrientes inferiores y la consecuente destrucción de los templarios lleva directamente a la época del "iluminismo", del racionalismo anárquico, a la exaltación de lo puramente "humano, demasiado humano'", del animal-hombre y sus sentimientos, o sentimentalismos, girando en círculos. Deviene, por consecuencia, una ciencia y una tecnología racionalistas, sin alma, sin conexión vital ni espiritual con el Universo, naturalmente ateas, donde el hombre ha perdido el órgano que le permitía conectarse con otros planos, con otros seres cósmicos, con las divinidades y los dioses. Porque ya no posee el Vril, el Urna.

 

Toda la civilización naufraga en el maquinismo torpe y crudo, que infesta la tierra, en la esclavitud del hierro, del electrón, de la electrónica, del protón, de la cibernética, en el reinado de las masas, de la explosión demográfica, de "lo humano, demasiado humano", del animal-hombre, de lo amorfo, del burocratismo y del colectivismo demoníacos. No hay ya modo de salirse de esto por medios humanos o puramente terrestres.

 

Los templarios sobrevivientes que van sin rumbo, escondiéndose por los caminos de la Europa Medieval, son como los druidas de tiempos anteriores, como los cataros

 

La flota Templaria escapó de Francia al tiempo de la purga, particularmente de su puerto principal en La Rochelle, y llevó su riqueza consigo. Algunos investigadores creen que los Templarios enterraron gran parte de su oro cerca de Rennes - le - Chateau.

 

La flota templaria se dividió nada más salir del puerto una parte dirigiéndose hacia Escocia .Los templarios Navegaron alrededor de la costa de oeste de Irlanda para atracar en la costa del noroeste de Escocia entre Islay, Jura y el Mull of Kintyre. A lo largo de esta costa, muchas tumbas y reliquias Templarias han sido encontradas en lugares como Kilmory y Kilmartin. Los Templarios también se instalaron en la región llamada Dalnada, ahora Argyll, e iban a tener pronto una participación crucial en la batalla más famosa en la historia escocesa.

 

Existe una leyenda muy extendida, sobre todo en Escocia, de la que se han hecho eco bastantes autores, de que parte de los templarios que huían de Francia, y de los países europeos que los sometieron a persecución, se refugiaron en este país, especialmente la zona de Argyll, Kintyre y Sound of Jura, aprovechándose de la situación de excomunión del rey Roberto I, lo que, con cierta base, les llevaba a pensar que no serían molestados.

 

Otra versión de esta leyenda identifica a alguno de los huidos y sostiene que un tal Pierre d’Aumont[11], del que dicen que era preceptor de Auvernia, acompañado de siete hermanos templarios y de otros dos preceptores, se refugió en el año 1310 en la costa irlandesa y dos años más tarde en la isla escocesa de Mull[12]. Según esta leyenda, d’Aumont habría sido elegido gran maestre y habría encabezado la continuidad de la orden tras Jacques de Molay.

 

La elección de Escocia era obvia por muchas razones. Los St Clair - Sinclairs estaban ahí y también los otros linajes antiguos que llegaron con los fenicios originales o vinieron desde Bélgica y Francia del norte para asentarse ahí mucho más tarde.

 

La cabeza de una de estas familias, Roberto el Bruce, estaba en guerra con los ingleses por el control de Escocia, y fue excomulgado por el Papa. Esto significaba que la orden papal de destruir a los Templarios no era aplicable en las áreas controladas por Bruce. Un cierto número de templarios es recibido en Escocia por Robert Bruce, quien les incorpora a una cofradía iniciática de constructores de catedrales. De aquí habría nacido la Gran Logia de Heredom, que significa herencia, origen de la Masonería del Rito Escocés según se afirma, sin que se pueda comprobarlo.

 

Los templarios escoceses, convertidos en apóstatas por instigación del rey Roberto Bruce, se agruparon bajo la bandera de una nueva Orden instituida por este príncipe y en la cual las admisiones se basaron en las de la Orden del Temple. Es allí donde hay que buscar el origen de la masonería escocesa, e incluso el de otros Ritos masónicos.

 

El 24 de junio de 1314, los caballeros templarios luchan junto a Robert the Bruce en la batalla de Bannock-Burn[13], solsticio de verano y fiesta de San Juan Bautista. El rey les recompensa fundando las órdenes de San Andrés del Cardo y de Heredom. Los templarios escoceses fueron excomulgados en 1324 por Harminio.

 

El resto de los navíos puso rumbo hacia el extremo norte de Portugal, que era un país amigo, para hacer acopio de provisiones. Algunos templarios buscaron refugio en las Órdenes portuguesas de Cristo y de Poseidón. La cruz de la bandera portuguesa es la templaría.

 

También encontraron refugio en España en las Órdenes españolas de Calatrava y de Montesa; la Orden de Montesa fue creada por Jaime II de Aragón para que parte de los bienes templarios puedan salvarse en España. El Papa Clemente V no quiso acceder, pero su .sucesor, Juan XX lo hizo por medio de la Bula del 10 de junio de 1317.  El Rey donó a la Orden, el Castillo de Montesa, en el Reino de Valencia. El 22 de julio de 1319 se constituye la Orden de Montesa, en la capilla del Palacio Real de Barcelona, rigiéndose por la regla de la Orden de Calatrava. Su primer Gran Maestre fue Guillermo de Evill.

 

Los templarios conocían América. Se tiene la sospecha de que los templarios, desde su puerto de La Rochel, iniciaron expediciones secretas que llegaron a la "otra tierra" de Platón, la América-Atlántida. Los templarios vienen a Albania en los siglos XI y XII. Puede que sea aquí donde han ocultado su Gral.

 

La flota de los Navíos templarios visitó  muy probablemente, el Continente Americano ya que sabían que ese continente existía porque tenían acceso a los conocimientos subterráneos y eran bien conscientes que los fenicios habían estado en el Continente Americano miles de años antes.

 

Enfilaron sus proas hacia el oeste y navegaron hacia lo que hoy en día es el paralelo cuarenta y dos, en busca de la tierra indicada por la estrella Merica de la cual  sabían gracias a los rollos de los caballeros franceses nasoreanos, y que aquellos denominaron como «la Merica», un nombre que más tarde pasó a ser simplemente América. Es prácticamente seguro que atracaron en el área de Cape Cod o Rhode Island de Nueva Inglaterra durante las primeras semanas del año 1308, poniendo pie en el Nuevo Mundo casi un siglo y medio antes de que hubiera nacido Cristóbal Colón. El caballero de Westford y la torre Newport son restos templarios en lo que actualmente son los Estados Unidos.

 

Marinos bretones y normandos habrán guiados los barcos templarios. La Orden inicia en Europa el comercio de la plata, desconocido antes. Los templarios, como el Papa Silvestre, sabían que la tierra era redonda

 

La Orden del Cristo es un reagrupamiento de los templarios emigrados. La Estricta Observancia es la única institución que mantenía algunas relaciones con la célebre caballería.  Sin embargo, no se trataba de la continuación real de los templarios, sino de partidarios que querían respetar la institución del Templo; el estricto cumplimiento de las reglas se limitaba sobre todo a lo concerniente a los principios más bien que a la real Iniciación.  Sin embargo, hay que reconocer que los continuadores de Pedro de Aumont apreciaban en mucho el ritual, tanto como la enseñanza, a fin de hacer discípulos dignos de la heroica fraternidad. 

 

El explorador Vasco de Gama era Caballero de Cristo y el Príncipe Henry el Navegante fue maestre de los mismos. El Príncipe Henry además fue Gran maestro de la Orden. Uno de los capitanes del Príncipe Henry era el suegro de Cristopher Columbus (Cristóbal Colón). Este capitán   heredó mapas y cartas del Príncipe Henry, en esos mapas y cartas.

 

No olvidemos que Colón, casi con absoluta seguridad «marrano», tuvo acceso a los archivos de la orden de Cristo en Portugal y a los de Calatrava en Castilla, heredera y custodia ésta de los bienes del Temple.

 

Colón tuvo acceso a la carta de navegación del profesor judío de Salamanca Abraham Zacuto, y que Ishaq Abravanel, protegió económicamente la empresa colombina, como la protegió el «marrano» Luis de Santángel. Se sabe igualmente que en la tripulación del primer viaje de Colón había varios judíos conversos: los hermanos Lacalle, que eran marineros; Torres, que actuaba de intérprete, y el médico Bernal.

 

Hay un misterio en torno a Colón, en sus comienzos, en su encarcelamiento y en su final. Fracasada su misión, se le abandona. Todo el asunto del financiamiento de su expedición y de la pretendida venta de las joyas de la Reina, doña Isabel, es oscuro.

 

 Colon mantenía contactos secretos, aún no revelados, que le habrían dado a conocer la existencia de Albania o América. Quizás recibió la orden de redescubrirla, en un sentido distinto al impuesto luego por los españoles y la Iglesia de Roma.

 

Colón cuyo nombre real era Colombo, estaba conectado con la red de sociedades secretas en Génova e Italia del norte, el bastión de la Nobleza Negra veneciana – fenicia. Colón era un miembro de un grupo inspirado por las creencias del poeta, Dante quien era un muy activo Cátaro y Templario.

 

Apoyos decididos cruciales y decisivos vinieron de dos altos iniciados del Priorato de Sión: Leonardo da Vinci y de Lorenzo de Medici una de las familias venecianas más poderosas, familia de la banca de la Nobleza Negra Veneciana, ambos altos iniciados del Priorato de Sión del cual se dice que Da Vinci fue gran maestre.

 

Los barcos de Columbus navegaron en ese viaje al Continente Americano enarbolando la bandera con la Cruz Roja en un fondo blanco símbolo de Templarios. Aunque esta había sido proscrita por el Papa en el momento de la purga. Columbus “descubrió” las Américas.

 

Considerando este fondo, los “descubrimientos” de Columbus y Caboto de diferentes partes de las Américas con diferencia de cuatro o cinco años, el uno después del otro, no fueron ninguna coincidencia.

 

Los Templarios conocían también el secreto de la Tierra Hueca y lo revelaban en su Circulo Hermético.

 

Nec plus ultra, “nada por encima”. Nada más fácil que ver en ello una afirmación de ateísmo, tanto más cuanto que se trataba del más elevado entre los grados de “venganza”, con su grito ritual: ¡Nekama, Adonai!, o sea, en hebreo, “¡Venganza, Señor!”. Y este grado pretendía asegurar la sucesión oculta de los templarios.

 

Los templarios desean guardar el secreto de sus descubrimientos, porque esos íntimos parajes podrían llegar a ser refugio de su Maestro Secreto y de su Ciencia. Tiahuanaco y el templo de Kalasasaya estaban dedicados a Venus-Lucifer.

 

 

Una creación de los oficialmente disueltos Caballeros Templarios fue la Order of the Garter, la Orden de la Jarretera (Liga), la orden de primera de la caballería, creada por Eduardo III en 1348 y todavía dirigida por el monarca británico. Estaba dedicada a la "Virgen María"

 

Los Templarios restauraron su influencia en Francia bajo el título de la Guardia Escocesa a mediados del siglo XV. La Guardia Escocesa era otra fachada para los conocimientos secretos, el despliegue del Programa Templario

 

En 1445, Carlos VII, formó el primer ejército permanente en Europa desde los Templarios y, de hecho, eran los Templarios. En 1445 en Escocia, caballeros templarios construyen la capilla de Rosslyn

 

A fines del siglo XVII se descubrió en Alemania en la tumba de un templario muerto antes de la persecución de la Orden, una especie de talismán cuyos tres signos principales eran: 

 

1º El compás y la escuadra, atribuidos a la maestría;

 

2º La esfera, emblema de la astronomía y de la perfección; y

 

3º El decágono, llamado pentágono de Pitágoras, o estrella Flamígera

 

 

 

 

 

 

Atribuyese a los templarios la invocación religiosa que se pronuncia en la apertura de trabajos del rito escocés como si fuera la significación de un culto, y recordara con las preguntas del catecismo del rito: ¿Qué hay entre vos y yo? Y la pregunta hoy día insólita: ¿A qué religión pertenecéis?

 

 

 

Ricardo Corazón de León era, en efecto, un Templario él mismo, aunque no oficialmente

 

 

Los Templarios fueron los constructores, como en el caso del Templo del Santo Sepulcro o las iglesias conmemorativas como, por ejemplo, aquella del “Temple Church” en Londres

 

 

El número más importante para los Templarios era 13

a-bel, el No Bello.

 

Calavera símbolo de los rituales Templarios

 

 

Los Templarios perdieron gran parte de su influencia con la iglesia después de 1291 cuando los Sarracenos derrotaron a los defensores Cristianos y los expulsaron de la Tierra Santa.

 

 

Escocia y Portugal, ambos refugios Templarios. Desde allí emprendieron un viaje del que se habían hablado en muchas ocasiones pero que, debido a sus compromisos en Tierra Santa, nunca habían llevado a cabo.

Ocho; el número de los monumentos templarios

Pudiendo defenderse con las armas, pues los templarios eran los más fuertes, no lo hacen, porque no les está permitido imponerse por la fuerza a aquellos que pretenden guiar. 

 Extremo de la energía masculina es reflejado por soldados con armas de fuego y, agresión y poder manifiestos, en su cara. Por lo tanto, pensamos que el mundo está dominado por el sexo masculino porque usted puede ver los extremos de la energía masculina en las noticias todas las noches. Ése es el punto, usted puede verlo. El extremo negativo de la energía femenina, sin embargo, es la manipulación tras bastidores, preparando encubiertamente los eventos y conflictos en los que el extremo de la energía masculina puede jugar en público. En otras palabras, usted no puede verlo

La prueba de su antigüedad ha sido pasada durante las edades a través de grandes monumentos como las Catedrales, Templos, Pirámides, etc., en los cuales están los registros dejados a nosotros por los Ancianos; y hasta hoy los museos del mundo estiman de preciado valor todos las muestras de piedra, metal, papiros, como prueba audaz y viva de nuestro conocimiento de la temprana historia del Hombre y de sus alrededores; hasta hoy existe

Todavía ruinas del Viejo Mundo en las cuales existen caracteres de Dioses y Divinidades antiguas en actitudes peculiares que contienen verdades convincentes de su propósito. 

 

Los Antiguos Sacerdotes tenían una visión interior y previeron- ellos prefirieron caminar en seguridad en el más alto sentimiento de popularidad de que ser destruido por ellos; estos entonces, enseñaron al pueblo tales cuentos de forma que sabían que eso bastaría para sus vulgares prejuicios y amor del maravilloso; crearon leyendas, hicieron sacrificios, enseñaron en parábolas, construyeron Templos con esplendor, y manufacturaron milagros a las decenas.

 

Todo esto era tangible y satisfactorio a las masas, pero en toda esta aparente escena teatral existía un sentido interior, conocido solamente por los Iniciados. 

 

Para ellos estas cosas eran apenas alegorías y símbolos, convenientes lecciones de moralidad y filosofía demasiado avanzadas para que las mentes populares comprendiesen, pues es mucho más fácil ciegamente acreditar que se busca la razón que entenderla.

 

¿Puede alguien concebir como plausible que los grandes intelectos de Grecia y Roma, los sabios, los estadistas, y los poetas de estos países realmente acreditaban la existencia personal de las divinidades en sus mitologías? 

 

Para el pueblo común ellos eran realmente Dioses y Diosas; pero al iniciado ellos eran solamente varios tipos de pasiones, cualidades y estaciones. Ayudados por esta edad de razón y entendimiento, nosotros solamente podemos admirar y respetar la pura y primitiva filosofía, la precisión de sus instrucciones. 

 

Ellos nos revelaron una Religión consonante con las leyes de la naturaleza, inculcando una simple doctrina en verdad, y benefíciente a través de su Universalidad. 

 

Ellos, tal como nosotros, prestaron adoración a la verdad; ellos propagaron Esta adoración sin pompa. Sus doctrinas eran simples, y los liberaban de toda la especie de superstición. 

 

Ellos adoraban al Dios Eterno, creador de todos los mundos que guardaban su trabajo y causaba la reproducción a germinar de la destrucción. 

 

Pero esa doctrina no se perdió y se arrastró hacia Persia, y fue recibida por Zoroastro, cultivada por los Magos, y alterada como todas las cosas en este mundo lo son; fue traída de regreso a su simplicidad primitiva por un segundo Zoroastro.

 

Seguidos por una multitud de sus compatriotas Osiris vino de las montañas de Etiopía, y por una conquista gloriosa subyugo el Egipto barbárico a sus leyes, dándole el precioso regalo de la civilización. Estos benefactores de la raza humana pensaron que era imposible administrar la pura Luz a naciones poco cultivadas; ellos entonces disfrazaron la verdad

Bajo emblemas que la multitud tomo literalmente, y que tenía sus adoradores en los Templos de Sais, de Tebas, de Heliopolis, y en la magnificente Memphis. 

 

De esto brotaron dos religiones, como en China, en Grecia, y en la antigua Roma, tal como entre todos los pueblos iluminados del mundo moderno; una religión de la multitud que solamente se aplica a los objetos exteriores visibles, y una religión de personas literatas, que solamente toman estos objetos como alegorías y símbolos donde bajos su velo se encuentran escondidas verdades morales o grandes efectos de la naturaleza. 

 

Inmediatamente después de salir de esta escuela, Orfeo estableció los misterios de Samotracia, consagrado a los Cabires, y que fueron transportados al extranjero entre muchos pueblos. Tryptolemus y Eumolope dieron leyes a la Grecia, y esparcieron los beneficios a ser recibidos de la agricultura, y colocaron la fundación del Templo de Eleusis; Abaris transporto la Luz hasta el Norte.

 

Los Misterios de Memphis fueron instituidos en todas las partes, hacia mismo en las planicies heladas de Scythia. Cada ciudad en Egipto tenía su propio símbolo peculiar.   El elocuente Memphis adoptó la urraca el pájaro parlante como su símbolo. Tebas, que irguió sus pensamientos hacia los cielos, decoro su estandarte con el águila de los ojos de fuego. La ciudad de Canapa escogió el censer como si fuera prestar homenaje a la Divinidad. La Sphynx, era colocada en el umbral de los Templos, era el emblema de los sabios que observaban sobre Egipto. Los sabios, preparados en Heliopolis para la solemnidad de los Misterios de Memphis y Tebas, guardaban vigilancia sobre el fuego divino. 

 

El sagrado fuego de los Misterios hoy Masónicos ahí ardió durante miles de años sin ningún intento culpable de reducirlo o de extinguirlo, y los archivos del Templo Místico permanecieron entre las crianzas de Memphis, de Orfeo, Homero, Pitágoras, Thales, Virgilio, Hipócrates, Sócrates, Platón y un vasto número de otros filósofos de Grecia, esa hija intelectual de Egipto. 

 

Durante el tiempo que en los márgenes del Nilo los augustos depositarios de estas tradiciones las velaron de los ojos de sus contemporáneos y solamente las revelaron a un número pequeño de aquellos en quien ellos consideraban dignos de la iniciación, otros adeptos, en el interior de África, juntaron colonias de bárbaros, y pulieron sus maneras, propagaron ciencia; de facto, fundaron nuestros Sagrados Misterios en las arenas ardientes de Nubia y de Etiopía. Zoroastro fundo la escuela de los Magos en la Persia y Media. Esta sublime institución se extendió de las planicies de Memphis hasta el Palacio del Sabio David. 

 

Este Ilustre iniciado al morir comando a su hijo Salomón que irguiera un magnificente Templo como testimonio de su gratitud al Sublime Arquitecto de los Mundos. 

 

En Memphis era donde el Hierofante preservaba en el Santuario de los Patriarcas la Chef d'oeuvre de Enoch, ese precioso Delta que Menes transporto de Etiopía a los márgenes del Nilo. 

 

Salomón empezó la construcción del Templo en el Tercer día del Quinto mes del Séptimo año, la dedicación fue celebrada con verdadera pompa real. Salomón coloco el Delta en el Santuario y durante 7 veces 9 días, un millar de gritos de júbilo celebraron la inauguración de este nuevo monumento, esta magnífica obra maestra de la arquitectura que el hombre jamás hubiera construido. 

 

El pueblo era admitido para visitar el lugar Santo donde la majestad del Sublime Arquitecto lucia con toda su brillantez, y los arcos sonoros resonaban con miles de aclamaciones y con tres veces tres soplos hechos por miles de malletes. Salomón fue en paz para su tumba, habiendo gozado a través de un largo lapso de años de felicidad sin igual. Desde el día en que Salomón inspirado construyo ese Templo A la Gloria del Sublime Arquitecto del Universo, del Nilo hasta Jordania la ciencia de los Misterios estiró sus beneficiosos rayos; el pueblo unido se regocijaba en la dulzura de la más cordial Fraternidad; el fuego sagrado que lució en la Caldea, su antorcha pacifica ilumino todo Judea, de facto la Paz gobernó sobre todo el Oriente, cuando los infamios Cambyses, ya manchados con crimen llevaron la espada y el fuego a Egipto e hicieron de un teatro de muerte y devastación. 

 

En este terrible reverso de la civilización se detuvieron completamente los Misterios Sacerdotales, fueron adormecidos. 

 fue de los celebrados ríos que vieron en sus márgenes a Jesús el Cristo hijo de Dios, el Divino Osiris, el Armonioso Orfeo, el Profeta Mohamad, el Grande Sesostris, fue de este Sagrado punto, de la bóveda estrellada; fue de la corte del Templo de Salomón que estos valientes vislumbraron por primera vez la esencia de nuestros Misterios hasta la puerta de bronce que daba hacia el Santuario pero era necesario parar a los pies de La doble columna que bordea el Pronaos; por la ayuda de una palabra, un signo después penetrando un poco más recibía su recompensa.

 

Que Felipe IV el Justo de Francia codició sus riquezas.

 

 

 

La invocación del comienzo del acto de elección de un caballero templario: “Ad Majorem Dei Gloriam – Ad religionis Christianae Templique D.N.J.C. Militiae, Sanctae Catalinae salutem et maximam ilustrationem…”

 

 

Los aspirantes expresaban su deseo de pertenecer a la orden y los templarios le comunicaban la aceptación o la negativa a su solicitud

El aspirante a templario debía pasar por una serie de pruebas previas como es por ejemplo el de la humildad

Los templarios consultaban a sus hermanos la aceptación con la fórmula de introducción consagrada por la regla:

―Gentiles señores hermanos: Veis que la mayoría de los hermanos es favorable a que… pase a ser hermano nuestro. Si hubiera alguien entre vosotros que supiera de él una cosa de tal naturaleza que le impidiere ser un hermano según la regla, que lo diga, porque sería preferible que lo dijera antes y no después de que haya llegado ante nosotros‖.

 

Llegado el aspirante lo enviaban a una cámara acompañado por tres hermanos de los más sabios para que le planteen las cuestiones preliminares, dicho en otras palabras se le invitaba a reflexionar sobre su decisión antes de comparecer ante el capítulo y antes de hacer sus promesas, si desistía podía marcharse. 

 

El capítulo se reunía en una capilla y en presencia del capellán, donde nuevamente El más anciano de los tres acompañantes, declara dirigiéndose al hermano capellán:

 

—Sire, hemos hablado con este prohombre que está fuera y le hemos mostrado los rigores de la casa como hemos podido y sabido hacerlo. Dice que quiere ser siervo

Y esclavo de la casa y que todas las cosas por las que le hemos preguntado las ha dejado o se ha librado de ellas, y que no hay nada en él que le impida poder y deber ser hermano si esto complace a Dios, a vos y a nuestros hermanos.

 

El hermano capellán pregunta otra vez si nadie tiene nada que decir contra el postulante y repite que, si hay algún impedimento, más vale saberlo ahora. Nadie dice ni esta boca es mía. Pregunta por última vez:

 

— ¿Queréis que se le haga venir en el nombre de Dios? Y todos responden a la vez: 

 

—Hazle venir en el nombre de Dios.

 

El aspirante pasa ante la presencia del capítulo, donde todos están vestidos con una túnica blanca donde resalta la cruz bermeja de extremos ensanchados y cubiertos por una capa blanca, solo el capellán esta vestido de negro ante un atril donde hay un libro abierto.

 

Gentil hermano, procurad habernos dicho la verdad a todas las preguntas que os hemos hecho porque, a poco que hayáis mentido, podríais perder la casa, cosa de la que Dios os guarde... En verdad, gentil hermano, que debéis escuchar bien lo que os decimos. ¿Prometéis a Dios y a Nuestra Señora obedecer al maestre o a cualquier comí dador que tengáis, todos los días de vuestra vida a partir este momento?

 

—Sí, sire, si esto complace a Dios.

 

— ¿Prometéis una vez más a Dios y a Mi Señora Santa María que viviréis castamente de cuerpo todos los días vuestra vida a partir de este momento?

 

—Sí, sire, si esto complace a Dios.

 

— ¿Prometéis una vez más a Dios y a Nuestra Señora Santa María que observaréis los buenos usos y costumbres de nuestra casa, tanto los actualmente vigentes como que añadan el maestre y los prohombres de la casa, todos los días de vuestra vida a partir de este momento?

 

—Sí, sire, si esto complace a Dios.

 

— ¿Prometéis una vez más a Dios y a Mi Señora Santa María que todos los días de vuestra vida a partir de este momento ayudaréis a conquistar con la fuerza y el

Poder que os ha dado Dios la santa tierra de Jerusalén y que ayudaréis a salvaguardar aquéllas que pertenezcan a los cristianos, según vuestro poder?

 

—Sí, sire, si esto complace a Dios.

 

— ¿Prometéis una vez más a Dios y a Mi Señora Santa María que jamás abandonaréis esta orden por otra más fuerte o más débil, ni peor ni mejor, a menos que lo hagáis por mandato del maestre y del convento que son quienes tienen poder para ello?

 

—Sí, sire, si esto complace a Dios.

 

—¿Prometéis además a Dios y a Nuestra Señora Santa María que jamás os hallaréis en lugar alguno en donde cristiano se vea privado injustamente y sin razón de bienes por intervención de vuestra fuerza y consejo?

 

—Sí, sire, si esto complace a Dios.

 

El hermano capellán se recoge un instante porque va pronunciar el ingreso de… en la orden.

 

Luego:

 

—Nosotros, en nombre de Dios y de Nuestra Señora Santa María, de monseñor San Pedro de Roma, de nuestro padre el Papa y de todos los hermanos del Temple, os admitimos a todos los favores de la casa, a aquellos que fueron hechos desde su comienzo y que le serán hechos hasta el final. A vos, a vuestro padre, a vuestra madre y a todos los de vuestro linaje que deseareis que se acojan a ellos, y admitidnos vos también en todos los favores que habéis hecho y que haréis. Y así os prometemos el pan y el agua y la humilde ropa de la casa y muchos pesares y trabajos.

 

El hermano toma una capa templaría completamente blanca que lleva bordada la cruz bermeja, se aproxima a…, se la pone sobre los hombros y anuda los cordones en torno a su cuello. El hermano capellán entona el salmo: Ecce quam bonum et quam jucundum habitare fratres...

 

—He aquí cuan bueno es, cuan agradable habitar todos juntos como hermanos...

 

Los templarios entregan una capa

Es como un óleo precioso derramado sobre la cabeza que discurre sobre la barba, la barba de Aarón, que se desliza por el escote de su vestido.

 

Como el rocío del Hermón que desciende sobre las montañas de Sión.

 

Ahí es donde el Señor concede su bendición y la vida, por los siglos de los siglos.

 

El capellán dice a continuación la oración del Espíritu Santo y cada uno de los hermanos reza en alta voz su páter noster. A continuación, el presidente hace que se levante el nuevo cofrade y le besa en la boca, que es el beso de homenaje feudal. El capellán besa también a Jocelin, que es caballero del Temple para todos los días de su vida a partir de este momento. Demudado por la fatiga y la emoción se repliega sobre sí mismo para contener las lágrimas de gratitud que querrían manar de sus ojos. La campana repica suavemente. Sus tintineos llevan sobre la nieve el anuncio de la salvación de un alma o la llegada de un nuevo hermano, cosa que viene a ser lo mismo para estos monjes-soldados. (Georges Bordonove, La Vida Cotidiana de los Templarios en el Siglo XIII, Segunda Edición, Junio 1989 Pág. 36).

 

Elección del Maestre.

 

Dios ha otorgado su mando al maestre dicen. El muerto está tendido sobre un catafalco en la capilla, con su túnica y su manto con la cruz bermeja. A su

Alrededor brilla ―una luminaria de cirios y velas‖. Los hermanos en armas, blancos y envarados como estatuas de piedra, forman su guardia de honor. 

 

Los capellanes ofician y los hermanos ruegan por el alma del difunto de rodillas. Habrá solemnes exequias antes de que vaya a dormir al cementerio templario, en una tumba anónima entre los demás hermanos. El clero en pleno y sus prelados, los barones y la caballería seglar y el resto de la población estarán convidados. La inflexible regla se ocupa de recordar que estas honras fúnebres no se dirigen al hombre sino a la función. Y, como si fuera un hermano cualquiera, todo lo que le perteneció regresa a la orden, excepto el traje que viste su cadáver. La orden hereda sus armas, y los presentes que recibió y que tenía guardados bajo llave en su cofre. Sin embargo, los hermanos, además de sus plegarias habituales, deben rezar por él doscientos padrenuestros durante los siete días siguientes al fallecimiento, y el convento debe alimentar a cien pobres a la hora de la comida y de la cena.

 

Pero la orden no puede quedar sin dirección ni siquiera un sólo día. El ínterin está estatutariamente asegurado por el mariscal del Temple. Este último reúne a los dignatarios, a los comendadores más notables y a los hermanos del capítulo. Y este colegio designará al gran comendador que ejercerá en lo sucesivo los poderes del difunto hasta la elección del sucesor. Si el maestre hubiera muerto en las bailias de Trípoli o de Antioquia en vez de en el reino de Jerusalén, debería asumir el papel del mariscal el comendador de uno de estos dos territorios.

 

He aquí el ceremonial —muy curioso pero sintomático— que debe seguir el comendador de la elección. Se presenta ante el convento y, hablando en nombre de sus compañeros, declara:

 

«Gentiles señores hermanos, dad gracias a Nuestro Señor Jesucristo y a Nuestra Señora Santa María y a todos los santos y santas de que nos hayamos puesto de acuerdo. Con la gracia de Dios y por mandato vuestro, hemos elegido al maestre del Temple. ¿Estáis satisfechos con nuestra elección?»

 

Observemos que al plantear esta pregunta todavía no ha precisado el nombre del elegido. Sin embargo, los hermanos deben responder:

 

«Sí, en el nombre de Dios.»

 

A continuación se aproxima al gran comendador y le pregunta:

 

«Comendador, si Dios y nosotros os hubiéramos elegido como maestre del Temple, ¿prometerías obedecer todos los días de vuestra vida al convento y mantener las buenas costumbres de la casa y sus buenos usos?» El gran comendador responde: 

 

«Sí, si le complace a Dios.»

 

 Pero esto no significa que el gran comendador haya sido elegido. Por otra parte, el comendador de la elección plantea la misma pregunta a varios dignatarios o prohombres de la casa susceptibles de haber sido elegidos y todos responden a su vez:

 

«Sí, si le complace a Dios.»

 

Es el juramento previo. A partir del momento en que se proclame como tal al maestre, será él quien reciba los juramentos, pero no podrá prestar juramento ante ninguno de los hermanos. Entre los dignatarios y prohombres interrogados por el comendador de la elección se encuentra, desde luego, el elegido, pero él lo ignora. El instante solemne: finalmente el comendador aborda al elegido y le dice:

 

«Hermano N..., en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, hemos elegido y os elegimos como maestre.»

 

Y dirigiéndose a los hermanos del convento:

 

«Gentiles señores hermanos, dad gracias a Dios: he aquí a nuestro maestre.»

 

Los capellanes entonan al instante el Te Deum laudamus. Los hermanos se levantan, avanzan hacia el nuevo maestre llenos de alegría y con gran devoción y le conducen triunfalmente hasta la capilla.

 

Actúan así porque presentan a su señor ante el crucifijo para dar las gracias por su elección.

 

El maestre se arrodilla ante el altar.  (Georges Bordonove, La Vida Cotidiana de los Templarios en el Siglo XIII, Segunda Edición, Junio 1989 Pág. 88).

 

Lo resaltante de esta elección es el juramento de obediencia que se hace al maestre antes de ser anunciado.

 

 

 

A la cabeza de los Templarios, los tres personajes decisivos de la Orden en el Oriente, eran el Mariscal, que disponía de las armas y de los caballos, el Senescal, que secundaba al jefe supremo: el Maestro La vida cotidiana del templario se encontraba caracterizada por numerosas obligaciones. Ante todo, en las comidas: debían abstenerse de comer carne tres días por semana y observar dos cuaresmas en el año, la primera desde el lunes. Antes del día de las Cenizas hasta la Semana Santa, la segunda desde la fiesta de San Martín hasta la Navidad (a menudo, muchos de los templarios eran enteramente vegetarianos). En cuanto a las plegarias, las comenzaban dos horas antes del día. Los templarios recitaban 26 plegarias: 13 para Nuestra Señora y 13 para la jornada, después 30 plegarias para los muertos y 30 para los vivos. Al despuntar el alba, el templario asistía a la misa. Varias veces durante el día, debía hacer 14 plegarias (7 para Nuestra Señora y 7 para la jornada).

 

La regla contenía por supuesto un código penal: estaba absolutamente prohibido alejarse del campamento, beber vino, jugar, herir, matar, perder un esclavo, o a una bestia. Nueve casos implicaban la exclusión de la Orden: el uso de la simonía en el acceso a la orden, la revelación de las cosas dichas o hechas en el capítulo, el asesinato de un cristiano, el robo, la traición por huida delante de los sarracenos, la herejía, la mentira, la sodomía, la evasión de una casa del Templo. Para los asuntos más graves (un homicidio por ejemplo), la pena podía consistir en prisión perpetua en alguno de los castillos fortificados.

 

En tiempos de paz, los templarios formaban un pequeño ejército permanente de algunos millares de hombres, entre los que se contaban quinientos caballeros y el doble de hermanos sargentos. En tiempos de guerra se añadían a ellos tropas contratadas a sueldo que habían sido reclutadas sobre la marcha —a menudo de valor desigual— entre los que estaban los ―cruzados a la fuerza‖, que eran los condenados a muerte que habían sido perdonados y condenados a partir a Tierra Santa. Los caballeros y los sargentos obedecían a sus comendadores respectivos. El conjunto estaba regido por el maestre soberano y por su estado mayor que comprendía:

 

— El senescal — El mariscal — el comendador del reino de Jerusalén — los comendadores de Trípoli y de Antioquia — el pañero — el turcoplier (al mando de los indígenas turcos) — el submariscal (hermano sargento) — el gonfalonero (hermano sargento).

 

El maestre, jamás lleva el título de Gran Maestre del Temple. En las crónicas se le denomina Soberano Maestre en el siglo XIII era una especie de soberano que reinaba tanto sobre los castillos y feudos de Tierra Santa como sobre las provincias de Occidente, a pesar de que sus poderes estuvieran limitados por las decisiones del capítulo y estrictamente definidos por la regla. Por muy señor que fuera de sus templarios, permanecía sometido a las obligaciones y a la disciplina común, al principio, sólo era un hermano como los demás mandado por la orden y responsable ante ella de sus decisiones.

 

Sólo tenía derecho a cuatro caballos, es decir, uno más que el simple caballero. Pero como representaba al Temple y por este título asumía un cargo de oficial que le colocaba al mismo nivel que los más altos prelados y príncipes, se le daba también un turcomano, caballo de buena casta, de gran belleza y de gran valor. Después de utilizado, el hermoso caballo volvía a formar parte de la manada; sólo era un préstamo.

 

El séquito del maestre se componía de dos prohombres que le acompañaban a todas partes, de un hermano capellán, de un clérigo, de un hermano sargento y de un paje que llevaba su lanza y su escudo.

 

También disponía de un «escriba sarraceno» (intérprete), de un indígena turco, de un cocinero y de dos muchachos de a pie.

 

En tiempos de paz podía llevar consigo dos acémilas, y cuatro en tiempos de guerra, para transportar su equipaje.

 

Sus poderes eran los de un jefe supremo, pero siempre tras obtener el beneplácito de su consejo privado o del capítulo de hermanos. No tenía derecho a regalar una tierra que perteneciera a la orden ni de enajenar un castillo o tomarlo a su cargo si no era por autorización del capítulo. Tampoco podía iniciar una guerra, ni acordar una tregua ni prolongarla por sí mismo. Y todavía menos tenía el poder de nombrar a los dignatarios.

 

Esta nominación era colegial: para el senescal, el mariscal, el comendador de Jerusalén, el de la ciudad, los de Acre, de Trípoli y de Antioquia, así como para el pañero del convento y para los maestres de las provincias de Occidente (Francia, Inglaterra, Poitóu, Aragón, Portugal, Pouille y Hungría). Estos últimos no podían dirigirse a Oriente por una simple llamada del maestre de la orden; era necesario el asentimiento del capítulo. Por el contrario, los comendadores de menor

Importancia eran designados a discreción por el maestre, ya fuera en el capítulo, ya fuera en consejo restringido. 

 

Por cualquier sitio que pasara tenía derecho de vigilancia en los castillos y dominios del Temple; podía repartir entre las encomiendas, según las necesidades, los efectivos, municiones y provisiones, pero no tenía derecho a ocultar nada fuera lo que fuese. 

 

Si se veía obligado a dirigirse a Occidente —por tanto, a abandonar momentáneamente el reino de Jerusalén— delegaba sus poderes en el comendador de Tierra Santa o en tal o cual hermano de su elección. Si quería enviar hermanos a Occidente no podía designarlos él mismo.

 

Tenía que ordenar al mariscal, al comendador de Tierra Santa (Jerusalén), al pañero, al comendador de Acre y a tres o cuatro prohombres que fueran a la enfermería: «Id a ver a los hermanos para saber a quiénes aprovecharía que se les mandara a las provincias de ultramar». El mariscal y sus compañeros hacían una lista y la sometían a su juicio. Luego el capítulo elegía.

 

Es cuanto... 


Jesús Cervantes Díaz



[1] fueron perseguidos en aquellos días por los cristianos ignorantes en nombre de la devoción a Dios. Gran número de santos medievales estaban poseídos de un hermoso y espiritual sentimiento de devoción, pero tan mezquina y estrechamente manifestado, que a pesar de su espiritualidad se mostraban hostiles a quienes no opinaban como ellos y aun encarnizadamente los perseguían

[2] Chevalier Ramsay, discurso pronunciado el 27 de diciembre de 1736.

[3] Hugo de Payns nacido el 9 de Febrero de 1070, en el Castillo de Mahun en la Ardeche, Francia, que murió en 1136, llorado por todos los Cristianos en Palestina. El pensamiento más íntimo de Hugo de Payens, al establecer su Orden, no era precisamente servir la ambición de los patriarcas de Constantinopla. En ese período había una secta de Juanistas Cristianos en Oriente que proclamaban ser los únicos iniciados en los misterios interiores de la religión del Salvador; también afirmaban conocer la historia verdadera de Jesucristo. Al adoptar una parte de las tradiciones judías y de los relatos talmúdicos, consideraban los hechos evangélicos como alegorías, de las que San Juan tenía la clave. La prueba era su expresión de que si fuesen documentadas todas las cosas que Jesús hizo "supongo que el mundo mismo no podría contener los libros que se escribieran". Sostenían que esa afirmación sería una exageración ridícula a no ser que se refiriese a una alegoría y leyenda, que puede modificarse y prolongarse hasta el infinito.

[4] la mayoría de los autores están de acuerdo en que se trataba de un caballero de la baja nobleza europea. Guillermo de Tiro se refiere a él como Hugo de Paganis. Miguel el Sirio como Hug[o] de Pain. Walter Map como Pagano Paganis. Jacques de Vitry como Hugue de Pains. Además otros textos históricos la dan diferentes patronímicos, tales como de Paens, Paenz, o Paez, al parecer todos ellos traducciones de la palabra latina paganus al proto-francés de los siglos XII y XIII.

[5] Es necesario percatarse de que el símbolo de dicha trinidad es mucho más antiguo, y señala desde la antigüedad: nacimiento, existencia y muerte, como también juventud, madurez y vejez.  Los tres puntos provienen, pues, de un simbolismo más antiguo; se remontan a la época en que los Colegios de los Sabios eran representados por estos puntos y se reconocían como del Norte con el punto precisamente hacia arriba y dos puntos en la base, con un vértice hacia lo alto, así como los pertenecientes al Sur se identificaban con la punta hacia abajo y los dos puntos de la base hacia arriba.

[6] el dominico Pierre de la Palude en su comparecencia del 19 de abril de 1311 «Oyó contar que en el principio, cuando se fundó la orden de los templarios, dos caballeros montaban un solo caballo en un combate que tuvo lugar en tierras ultramarinas; el que cabalgaba delante se encomendó a Nuestro Señor Jesucristo y fue herido en el combate; pero el otro, que cabalgaba tras él y que, según cree, era el mismo diablo que había adoptado forma humana, dijo que se encomendaría a quien pudiera ayudarle mejor. Como no fue herido en el combate, reprochó al otro haberse encomendado a Jesucristo y le dijo que, si accedía a creer en él, la orden crecería y se enriquecería; y el testigo oyó contar, aunque no sabe ahora quién se lo contó, que el primero, el que había sido herido, fue seducido por el dicho diablo que había adoptado forma humana y que de allí, de los susodichos errores, nació la pintura que tan a menudo había visto, consistente en dos hombres barbudos montados en un solo caballo y que es de allí de donde tomaron cuerpo los tales errores» (documento existente en la Bibliothèque Nationale manuscrito latino 11796, folio 203). No olvidemos que la orden de los dominicos, del mismo modo que a través de sus inquisidores se convirtió en la máxima enemiga de los judíos, fue tradicional adversaria de los templarios y de los monjes benedictinos que fueron sus aliados.

[7] Jacques Molay comunicó poco antes de su muerte estos secretos a Beaulieu, y a través de Robert d’Heredom llegaron después a Escocia, donde 70 años después del ocaso de la Orden de los templarios fue fundada la Orden de los francmasones. El rey Jacobo I se convirtió en el G maestro de la Orden y desde entonces esta dignidad ha correspondido por herencia a los estuardos. De Escocia esta doctrina se extendió a Suecia y de allí a Alemania.

[8] Estas partes de la encuesta inquisitorial se encuentran formando parte del rollo de pergaminos signados como J 413, n.° 18 de los archivos nacionales franceses, y fueron publicados por Jules MICHELET en Proces aux Templiers

 

[9] “Después de tantas discusiones contradictorias, el asunto de los templarios debería ser todavía un problema histórico, si la misma historia no nos enseñase que, con sus riquezas y prestigios logrados en las cruzadas, ellos daban sombra a las dos potencias que entonces luchaban en Europa: la realeza y el papado. Aquélla les imputaba su indocilidad y su ambición; éste, la adoración de otros dioses que el de la Iglesia. El rey no podía soportar que en el estado existiese otro poder además del suyo, y la clerecía sólo veía en los templarios a unos monjes armados, capaces de imbuirse en su poder, de abusar de sus prestigios comunes sobre los pueblos y de destruir su jerarquía como los turcos habían destruido el califato. Era, pues, preciso convertirlos en víctimas. El suplicio de la quema de personas lo aplicaba a diario en aquel entonces la Inquisición, a la que Felipe el Hermoso dejó que se pronunciara contra los templarios, como si se tratara de descargarse de una parte de esta proscripción política. Nunca se ha comparado lo bastante la causa de los templarios con la de los jesuitas, a pesar de que tienen una faceta común”. (Fastes univers., por Buret de Longchamps).

[10] de Beaujeu, con el concurso de nueve hermanos escapados de los suplicios inquisitoriales, hicieron un juramento de sangre de mantener la orden con vida mientras viviera uno al menos de ellos. Inmediatamente rehicieron la orden eligiendo a Beaujeu como gran maestre, siendo sucedido tras su muerte por Pierre d’Aumont uno de los templarios refugiados en Escocia. El manuscrito no contiene los nombres de los sucesores d’Aumont y se limita a decir que «después de Beaujeu la orden no ha dejado de subsistir ni un instante y se conoce la lista completa de los grandes maestres hasta nuestros días

[11] Según dice la leyenda, Pierre d’Aumont, con otros dos comendadores y cinco caballeros, huyeron disfrazados de constructores, a una de las islas escocesas donde fundaron la gran Encomienda de Hamptoncourt e hicieron otros miembros de su orden. Resueltos a perseverar la institución, si bien en secreto, adoptaron muchos de los modos y costumbres de los masones, para ocultar sus propios objetivos. Celebraron su capítulo el día de san Juan de 1313, en el que fue elegido d’Aumont gran maestre. Y en 1361 su sede se trasladó a Aberdeen. Según la tradición la isla elegida fue la de Mull (Edvar Olsen y Lynn Piknett, Secreto del Temple, p. 58).

[12] Pierre d’Aumont, preceptor de la Auvernia francesa refugiado en Escocia tras la persecución a la que fueron sometidos los miembros de la orden en Francia por Felipe IV en 1307. Según el manuscrito de alrededor de 1760 aparecido en Estrasburgo1657, al que ya hemos hecho referencia, Pierre d’Aumont, acompañado de dos comendadores y cinco templarios, atravesaron Francia haciéndose pasar por una cuadrilla de constructores (maçons) en busca de trabajo, llegaron hasta la costa y se embarcaron hacia Irlanda. Tras dos años, se fueron a la isla de Mull en la que se instalaron definitivamente. Allí se les unieron otros templarios venidos de los más diversos lugares, entre los que se encontraba Pedro de Bolonia que había actuado como defensor en el juicio contra la orden. D’Aumont levantó el voto de celibato a los monjes y les permitió casarse a fin de engendrar hijos a través de los cuales se perpetuase la orden.

[13] La historia tal como la cuentan Baigent y Leigh, dice que el ejército inglés, formado por al menos veinte mil hombres, se enfrentó el día de san Juan Bautista (24 de junio) de 1314 a un ejército escocés formado por una fuerza de siete a diez mil hombres, de los que quinientos eran caballeros (en el sentido de hombres a caballo). Añaden que en una justa o combate singular, Bruce mató al caballero inglés Henry de Bohun y que una súbita carga de la caballería sobre los arqueros hizo huir a éstos en desbandada lo que causó el pánico del resto del ejército que huyó despavorido, dejando multitud de bajas y de armas en el campo de batalla. Esta caballería es la que la leyenda atribuye a templarios refugiados en Escocia. (Michael Baigent y Richard Leigh, The Temple and the Lodge, pp. 35-36.) 

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